España, en el vagón de cola del cannabis medicinal en el mundo

Alivia del dolor, reduce la ansiedad y estimula el apetito en pacientes oncológicos. Pese a sus probados efectos, el Congreso ha relegado a la cola de sus prioridades la regulación del uso terapéutico de la planta.

Con California abriendo en este año el mayor mercado de marihuana legal recreativa del mundo, Canadá legalizándola totalmente el próximo verano y la situación de regulación recreativa de esta sustancia en muchos otros países como Holanda, Colombia y Uruguay, resulta sorprendente, e incluso vergonzoso, que nuestro país siga estando a la cola mundial en la regulación del uso medicinal del cannabis.

No será por falta de evidencia acerca de sus efectos terapéuticos: como paliativo del dolor, reductor de la ansiedad, estimulante del apetito y aumento de peso especialmente en pacientes oncológicos, y en aquellos que padecen condiciones tan diversas como fibromialgia, epilepsia, artritis o enfermedades del sistema nervioso (por ejemplo en la epilepsia ha demostrado ser capaz de combatir la gravedad de las crisis convulsivas mientras que en la esclerosis múltiple es utilizada como remedio para reducir el dolor neuropático y la espasticidad). ¿Cómo es posible que países como Chile, Colombia, Perú, Croacia, Turquía, Macedonia, México o incluso Zambia nos lleven la delantera en este sentido?

Si tenemos en cuenta que en España a los sucesivos gobiernos la ciencia les interesa más bien poco, no nos deberíamos sorprender en absoluto por la denigrante situación de la regulación del cannabis medicinal en nuestro país.

La falta de cultura científica en la sociedad y la falta de voluntad política por ponerle remedio, son algunas de las causas subyacentes de la persistencia del estigma social y político de esta maravillosa planta, bien adentrados en el siglo XXI. 2017 ha sido el sexto año consecutivo en el que las inversiones españolas en I+D se han reducido, siendo la única potencia económica europea en la que esto está sucediendo. “El presupuesto real para ciencia (…) ha decrecido cerca de un 50% en los últimos ocho años. Pero debería haberse doblado durante ese tiempo”, se lamentaba el pasado mayo Mariano Barbacid, oncólogo del CNIO en una entrevista para el diario El Mundo.

El Congreso de los Diputados no tiene entre sus prioridades regular el cannabis medicinal

En medio de este desolador panorama, en abril de 2017 la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales del Congreso de los Diputados aprobó una proposición no de ley para crear una subcomisión para analizar la posible regulación del uso terapéutico del cannabis, usando como referente la experiencia de otros países (como siempre, a la zaga del vecino y sin tomar nunca la iniciativa) y en la evidencia científica disponible sobre sus beneficios terapéuticos. La Subcomisión tenía que presentar un informe en un plazo máximo de seis meses desde su constitución, pero esta no tuvo lugar hasta finales del año pasado. 

“Somos personas, no narcotraficantes, y tiene que quedar claro que el cannabis es un medicamento”

A pesar de su constitución, la actividad de la subcomisión parece tan muerta como la voluntad política real por ponernos a la altura de Países Bajos, Alemania, Italia, República Checa o Estados Unidos.

Y es que el Congreso de los Diputados ha relegado el asunto a la cola de sus prioridades, como si el padecimiento de los enfermos pudiese esperar, y no dándoles otra opción que recurrir a la clandestinidad, al mercado negro, a exponerse a ser criminalizados y sin un control sanitario de los productos, ni un control médico oficial de sus tratamientos.

Nada parece apuntar a que en la próxima primavera, un año después de su aprobación, la subcomisión parlamentaria esté en marcha. La presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal, Carola Pérez, no puede ser más elocuente: “Hay que normalizar la situación, porque solo queremos calidad de vida.

Los políticos tienen que dejar de mirar para otro lado, porque somos personas, no narcotraficantes, y tiene que quedar claro que el cannabis es un medicamento”.

Como están las cosas en España, parece que lo único que podemos emitir acerca de la marihuana son lamentos. 

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