Más de diez detenidos por cultivar y vender marihuana para los Clubs en BCN

La Guardia Civil interviene una gran cantidad de plantas en cultivos interiores escondidos en urbanizaciones

La Guardia Civil ha desarticulado un entramado criminal dedicado al tráfico de marihuana. La operación de este miércoles se ha activado a primera hora de la mañana y ha estado dirigida por la Unidad Central Operativa (UCO) con el apoyo de agentes de la comandancia de Barcelona. Se han practicado más de diez detenciones de personas de nacionalidad española. También se han llevado a cabo registros en ocho domicilios particulares de la capital catalana y otras ciudades del anillo metropolitano, además del club cannábico K-lite, ubicado en la calle Muntaner.

Los investigadores sospechan que la trama de esta organización funcionaba cultivando la marihuana en los domicilios para venderla a los clientes del club cannábico. Los arrestados deberán comparecer ante el juez por los delitos de pertenencia a organización criminal, blanqueo de capital y tráfico de drogas.

En las casas inspeccionadas por la policía estatal se han encontrado elaboradas instalaciones para la producción de una gran cantidad de plantas. Todos los domicilios estaban situados en urbanizaciones apartadas de los núcleos urbanos. Las plantaciones interiores crecían gracias al uso de ventiladores, lámparas eléctricas y cuidados sistemas de riego.

LÁMPARAS

En Catalunya el cultivo de marihuana en recintos particulares se ha extendido en los últimos años. Estos huertos domésticos, a menudo escondidos también en naves industriales, no solo facilitan el crecimiento de las plantas lejos de ojos ajenos sino que también aumentan la eficiencia de la producción gracias a la simulación de la luz solar con las lámparas. Esta luz artificial no se interrumpe durante las 24 horas del día, a diferencia de la natural, y eso acelera su crecimiento.

La policía sospecha que el grupo desarticulado pagaba dinero a las personas a cargo de estos huertos escondidos en las urbanizaciones. Cultivaban las plantas, las cortaban, las secaban y, una vez finalizado todo el proceso, trasladaban la marihuana al club cannábico. Este funcionamiento, en caso de que pueda probarse delante del juez, desvirtuaría el espacio legal que ha facilitado la existencia de estos negocios.

AUTOCONSUMO

Los clubs de cannabis se han extendido en Barcelona y en el resto de Catalunya interpretando de un modo polémico sentencias judiciales sobre el consumo y el cultivo de la droga. Sobre el papel, su funcionamiento se basa en el autoconsumo de la marihuana, algo que no supone ningún delito. Ampliando este concepto, los clubs se registran como asociaciones sin ánimo de lucro que reúnen a diversos consumidores. “Dicen que son varios fumadores que consumen juntos dentro de un espacio declarado”, resume una fuente policial. Para seguir dentro de esta cavidad no aclarada del código penal, los clubs tratan de mantener un equilibrio entre su número de socios -que pueden pagar una cuota o un precio por la cantidad que prevén fumar- y la cantidad de marihuana que pueden almacenar dentro de este espacio.

El problema es que el código penal prohíbe explícitamente el cultivo de marihuana, su transporte o su distribución. Por este motivo, la mayoría de los clubs terminan siendo objeto de investigaciones y registros policiales porque los relacionan con un delito de tráfico de drogas que puede comportar penas de cárcel de entre 3 y 6 años.

La operación policial de este miércoles, bajo secreto de sumario, se preveía mucho más corta. Pero a última hora del día, los registros seguían en marcha a causa de la gran cantidad de plantas de marihuana que han logrado intervenir.

Cinco años de cárcel para otro club de Barcelona 

La Audiencia de Barcelona condenó días atrás a cinco años de prisión a Robert Monsterd y Sjoerd Haane, fundadores del club de consumidores de cannabis La Mesa Barcelona. La Guardia Urbana se incautó en noviembre del 2013 de casi 2.400 plantas de marihuana en una nave del paseo Ferrer i Vidal, alquilada por los acusados. La sentencia sostiene que los dos acusados usaban el club como «mera pantalla” para dar una apariencia de legalidad al cultivo de marihuana en grandes cantidades a fin de su posterior distribución a terceros.

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