Cómo cultivar variedades autoflorecientes

26 junio, 2025

Aún recuerdo y con mucho cariño esos años en los que sólo se podían conseguir semillas regulares, en los que podíamos contar con los dedos de una mano los bancos de semillas a los cuales podíamos comprar genéticas. Esos tiempos en los que apenas teníamos opciones de elección pero, sin embargo y sin saberlo, estábamos ya disfrutando de las mejores variedades de la historia.

por Nvidia

Han pasado muchos años desde entonces, aunque para los que somos de esa generación en la que no existía Internet ni tampoco los teléfonos móviles, parece que fue ayer. Con el paso de los años, y casi de forma inesperada, nos sorprendieron las semillas feminizadas. La llegada al mercado de semillas que siempre (o casi siempre, mejor dicho) salían hembras, era casi como la llegada del hombre a la luna, algo asombroso que revolucionó por completo el mundo del cannabis. Las semillas feminizadas tenían la gran ventaja de no tener que estar sexando plantas para eliminar los machos, lo que suponía un gran ahorro de tiempo, espacio e incluso dinero para la inmensa mayoría de cultivadores. Tan fuerte fue el impacto de las semillas feminizadas que en la actualidad son muy pocos los bancos de semillas que aún siguen ofreciendo semillas regulares.

Y, en realidad, no pasaron tantos años hasta que el mercado cannábico nos sorprendió nuevamente, aunque en esta ocasión con algo que nadie esperaba. Ya se habían inventado las semillas feminizadas… ¿qué más se podía esperar? Pues nuevamente nos dejaron realmente sorprendidos. Semillas que no necesitaban tener un ciclo de luz específico para florecer, semillas que no necesitaban ser plantadas en primavera en exterior, semillas que crecían y florecían de forma totalmente automática, las semillas autoflorecientes.

Pero, antes de hablar de estas semillas, es interesante saber de dónde surgieron. Como todos sabemos, la planta Cannabis sativa L., que es el nombre científico que recibe la planta de marihuana, es una especie herbácea (Cannabaceae), dentro de la que podemos encontrar subespecies como la ruderalis, genética clave para la elaboración de autoflorecientes. Las plantas ruderalis se caracterizan por crecer y florecer en periodos muy cortos de tiempo. Debido a la climatología de sus orígenes (Siberia y Kazajstán) desarrollaron esta curiosa cualidad, siendo capaces de realizar un ciclo vital sin necesidad de tener un número determinado de horas de luz y oscuridad. Estas plantas, aunque rápidas e independientes, no poseían la calidad de las plantas sativas e índicas que estamos acostumbrados a consumir. En efecto, son más flojas y en cuanto al sabor, digamos sencillamente que no destacan por su sabor. Precisamente por eso no se podían comercializar, pues cualquier consumidor habitual de marihuana notaría inmediatamente que dejaban mucho que desear. ¿De qué sirve que sea una planta rápida e independiente de ciclos lumínicos si su sabor y efecto no son buenos? Por eso comenzaron a cruzarse cepas de ruderalis con cepas de índica y sativa, para conseguir ejemplares que mantuvieran el sabor y efecto de las cepas más potentes y deliciosas, a la par de la característica de poder crecer y florecer independientemente del ciclo lumínico. Y gracias al trabajo de muchos grandes cultivadores y criadores, hoy tenemos a nuestra disposición una increíble y súper extensa gama de variedades autoflorecientes, de prácticamente todos los sabores y tipos de efecto.

El mundo de las variedades autoflorecientes se ha desarrollado de tal manera que lo primero que debemos tener presente es qué tipo de autofloreciente queremos cultivar. Con semejante mercado cannábico podemos decantarnos por variedades con efecto relajante (índicas) o variedades con efecto estimulante (sativas), con un poquito de todo (híbridas) e incluso con variedades autoflorecientes más enfocadas a usos terapéuticos (auto CBD). Las variedades autoflorecientes pueden realizar un ciclo completo en apenas nueve semanas de vida (hablando de las más rápidas) y llegando incluso a doce o trece semanas en algunos ejemplares que se lo toman con más filosofía. Aunque a niveles generales, y para que nadie se haga falsas ilusiones, debo aclarar que lo habitual es que dediquemos al menos once o doce semanas al cultivo.

A la hora de elegir una variedad autofloreciente para exterior debemos tener presente nuestro entorno, ya que las que mantienen rasgos de índicas toleran mejor el frío y, obviamente, las que mantienen rasgos de sativa toleran mejor las altas temperaturas. Si el clima es estable y templado podemos decantarnos por cualquier variedad. Si nuestra idea es cultivar autoflorecientes en interior, debemos preocuparnos también por su tamaño ya que no todas son iguales. Algunas apenas levantan tres palmos desde el suelo cuando terminan de florecer, mientras que otras se vuelven auténticos arbustos, muy frondosos y voluminosos.

Todos los bancos de semillas ofrecen información sobre sus variedades, por lo que, para saber las características de cada variedad, simplemente debemos leer su descripción. En estos casos Internet es el mejor aliado del cultivador, ya que además de la información que nos ofrezca el banco o growshop, seguramente también podamos encontrar fotos de otros cultivadores en los numerosos foros cannábicos existentes.

A la hora de cultivar una semilla autofloreciente debemos tener en cuenta varios factores, como por ejemplo:

  • Adaptar el espacio de cultivo para evitar trasplantes.
  • Aportar el mayor número de horas de luz posibles.
  • Utilizar meticulosamente abonos, estimuladores y preventivos.

Cuando cultivamos una semilla fotodependiente (no autofloreciente), podemos elegir durante cuánto tiempo estará en la fase vegetativa (fase de crecimiento). Podemos mantenerla durante un mes en crecimiento o durante un año, por lo que la planta desarrollará un buen sistema radicular y obtendrá un buen tamaño, o por lo menos el tamaño que nosotros deseemos. Conforme vaya creciendo, podemos ir trasplantándola a macetas de mayor capacidad, hasta llegar a un tamaño definitivo antes de comenzar con el ciclo de floración. Sin embargo, las variedades autoflorecientes no determinan su ciclo vegetativo por las horas de luz que reducen. Tienen un tiempo de crecimiento determinado (normalmente unas tres o cuatro semanas) y una vez finalizado ese tiempo pasan automáticamente a florecer, independientemente del tamaño que tengan, de las horas de luz y de su desarrollo radicular. Todos sabemos que una planta con un buen sistema radicular es una planta que puede aprovechar una mayor cantidad de nutrientes, es decir, una planta más productiva y sana. Dado que las variedades autoflorecientes dedican poco tiempo a la fase vegetativa, que es cuando el sistema radicular se desarrolla con mayor facilidad, lo ideal es cultivar nuestra semilla en una maceta de gran tamaño desde el primer día. Debemos evitar los trasplantes, pues este tipo de semillas responden mucho mejor cultivándolas desde el primer día en grandes contenedores. La calidad de la tierra debe ser muy buena, esponjosa y bien aireada, para que el sistema radicular se desarrolle con mucha facilidad. En cultivos de exterior es recomendable cavar un buen hueco y rellenarlo con tierra de calidad antes de cultivarlas.

Las horas de luz y, por supuesto, la calidad de la luz, son fundamentales para cultivar variedades autoflorecientes. Al no depender de ciclos lumínicos, no debemos utilizar el clásico 18/6 o 12/12 en cultivos de interior, es más, debemos darle el mayor número de horas de luz que podamos. Lo ideal es incluso cultivarlas a 20/4 (20 horas de luz y cuatro de oscuridad) desde el comienzo, llegando algunos cultivadores a utilizar directamente 24/0.

En cultivos de exterior debemos ubicar nuestra planta en un lugar muy soleado, donde reciba una enorme cantidad de horas de luz solar directa. Si la tenemos cultivada en una maceta (en una terraza) podemos y debemos ir moviendo la maceta conforme pase el día para que aproveche el mayor número de horas de sol directo. Cuantas más horas de luz de calidad reciba una planta autofloreciente, mejores resultados obtendremos de ella: mayor desarrollo vegetativo y notoria producción de cogollos, así como una mayor calidad en los mismos. Siempre que alguien me pide consejo sobre cuándo plantar variedades autoflorecientes le respondo lo mismo: puedes plantarlas cuando quieras y donde quieras, pero es en verano y al aire libre cuando mayor producción conseguirás sin gastar un solo euro en electricidad.

Podemos plantar variedades autoflorecientes en enero si el clima es templado, incluso a finales del verano, ya que la disminución de horas de luz no afectará a su desarrollo. Pero, indiscutiblemente, es al comienzo del verano (o al final de la primavera) cuando disponemos de un mayor número de horas de luz, las cuales nos ayudarán a cultivar unas maravillosas autoflorecientes. En cultivos de interior simplemente debemos ser conscientes de que gastaremos más electricidad con una variedad autofloreciente que con una no autofloreciente para conseguir resultados similares.

El uso de abonos y estimuladores es también clave para el cultivo de autoflorecientes, ya que si nos excedemos no tendremos tiempo para que la planta se recupere de la sobrefertilización, por lo que sencillamente nuestra planta será una birria. Durante las primeras semanas de vida, y dado que usaremos macetas grandes con tierra de calidad, no es necesario utilizar ningún abono. De hecho, es recomendable no usarlos para evitar excedernos. Una buena cantidad de tierra de calidad tiene todos los nutrientes que nuestra planta necesita durante su primer mes de vida. Una vez pasadas las tres, cuatro o cinco primeras semanas de vida (dependiendo de si es una autofloreciente de ciclo largo o corto) podemos comenzar a usar algún abono de floración (siempre con cuidado de no excedernos). Todos sabemos que usar más cantidad de abono no significa obtener cogollos más grandes (al contrario, la planta se satura y no produce bien).    

El uso de estimuladores no es necesario, pero si alguien tiene la costumbre de usarlos puede hacerlo con cabeza.  Resumiendo un poco sobre el tema de nutrientes extra, simplemente indicar que se deben utilizar con mucho cuidado y en cantidades pequeñas. De otra forma la planta se resentirá y no sólo no producirá buenos cogollos sino que el sabor de los mismos puede ser horrible debido al exceso de nutrientes). Seguro que en alguna ocasión habéis probado algo que “rasca” mucho al fumar… pues justamente eso.

El uso de preventivos es casi obligado, ya que en caso de plaga no dispondremos de tiempo para que la planta se recupere. Usar un poco de repelentes naturales no le hará daño alguno a la planta y sin embargo la protege frente a numerosas plagas.

Una vez observemos que está finalizando la floración de nuestra, podemos realizar un lavado de raíces al igual que lo haríamos con plantas fotodependientes (en el caso de que cultivemos en maceta). De esta forma dejaríamos a la planta consumir sus propios nutrientes durante las últimas semanas.

Y esto es prácticamente todo lo que necesitas saber sobre el cultivo de variedades autoflorecientes. Como ves, no son muchas cosas, pero sí son muy importantes para obtener ejemplares grandes y productivos.


https://www.cannabismagazine.net/como-cultivar-variedades-autoflorecientes-2/

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