Cómo valorar la calidad de la marihuana
Normalmente, en esta sección tocamos aspectos relacionados con el cultivo de forma directa o indirecta, pero este artículo nos centraremos más en los resultados obtenidos. Hoy te hablamos de cómo valorar la calidad de la marihuana.
Pese a que el mejor modo de conocer cuán buena puede ser una marihuana es cultivarla nosotros mismos (puesto que sabremos qué es y qué contratiempos ha sufrido), a veces nos podemos ver obligados a acudir al mercado negro, donde nos pueden dar gato por liebre. Para evitar esta situación, es recomendable saber evaluar la calidad del cannabis por sus propiedades organolépticas.
Si eres consumidor, seguramente te hayas visto en la necesidad de acudir al mercado negro alguna vez y, seguramente, también te hayan timado en alguna ocasión. Pero una vez superada la fase en que ya se puede distinguir a grandes rasgos si una marihuana será al menos aceptable (cuando se es capaz de comprobar que está seca, libre de demasiadas semillas, ramas y hojas y también de hongos) algunos consumidores pasan por alto otros aspectos que determinan en gran medida la calidad de la misma. En los siguientes párrafos explicaré cuáles son y cómo podemos valorarlos.
¿Cómo valorar la calidad de la marihuana? La genética
Algo que ocurre de forma bastante frecuente, tanto en el mercado negro como en algunas asociaciones que se abastecen de él, es el cambio de nombre de la variedad en cuestión. Si bien este aspecto no influye directamente sobre la calidad, sí que puede dar a pie a confusión y a valorar el material de forma errónea. Puede parecer una tontería, pero mucha gente que no autocultiva no tiene ni idea de qué está fumando, independientemente de la calidad. Determinar de qué variedad es un cogollo es una tarea prácticamente imposible a no ser que hayamos cultivado y fumado durante algún tiempo ese fenotipo concreto. Aun así, hay determinados aspectos que nos pueden permitir deducir a grandes rasgos si una marihuana es realmente lo que se dice que es.
El primero de ellos sería la apariencia de la flor. Si bien en el caso de los híbridos esta característica no es demasiado acertada, en el caso de sativas o índicas puras, nos ayudará deducir si una variedad lo es realmente. Las marihuanas índicas suelen tener unos cogollos bastante compactos y más bien redondeados, mientras que las sativas puras producen flores más bien puntiagudas y más aireadas. No obstante, dado que los híbridos también pueden tener aspectos que den lugar a confusión, tendremos que valorar también el olor, sabor y efecto, conociendo previamente las genéticas principales del cannabis de las que descienden el resto de variedades.
La mayoría de semillas que se comercializan en la actualidad proceden de los cruces realizados durante años con dos tipos de planta: las landraces y las IBL. Las landraces son las variedades autóctonas de alrededor del mundo, que crecen de forma salvaje o que han sido cultivadas tradicionalmente en una zona determinada, dando lugar a unos rasgos concretos y a una descendencia bastante homogénea debido al aislamiento geográfico. Entre ellas encontramos algunos tipos de planta tan apreciados como la afgana, mexicana, colombiana, panameña, tailandesa, etc. Las IBL, del inglés inbred line, fueron creadas hace bastante años y han sido retrocruzadas fijando su principales características durante mucho tiempo, de modo que a día de hoy ya son variedades estables. Son genéticas IBL algunas tan famosas como White Widow, Skunk, Haze, Blueberry, Diesel, etc. Si conocemos y cultivamos estas variedades principales, nos será mucho más fácil reconocer la familia a la que pertenece un cogollo. A grandes rasgos, por el olor, sabor y efecto se puede determinar si una marihuana puede ser una blue, una white, una diesel, una afgana, un cruce de Haze, etc.
Por poner un ejemplo que ilustre esta situación, hace poco llegó a mis manos una flor de una supuesta panameña. La persona que me lo dio dijo que se lo habían dado como tal, pero nada más verlo pude comprobar que era bastante redondo y compacto, por lo que ya sospeché algo dado que las panameñas son sativas. En cuanto al aroma, detecté que desprendía olor a autofloreciente, y el efecto no tenía mucho de “sativo”, por lo que, aunque no pude determinar de qué marihuana se trataba, estoy muy segura de que no era una panameña.
El olor
El olor es uno de los primeros indicativos para saber cómo valorar la calidad de la marihuana. Cuando alguien está fumando algo que “huele a kilómetros”, sabemos enseguida que será bueno. Lo mismo ocurre cuando, en un lugar cerrado, alguien abre un recipiente de cannabis con un olor profundo y penetrante. Si bien es cierto que hay olores que pueden gustarnos más o menos, un aroma fuerte e intenso suele ser un indicador de buena calidad, aunque nos pueda resultar desagradable porque no nos guste esa maría. Rara es la vez en que una marihuana muy fragante decepciona, pero tendremos que comprobar el resto de aspectos antes de poder valorarla completamente.
Por otra parte, si un cogollo es de calidad dudosa, el olor también será un gran indicativo de ello. Un cannabis con una presencia excelente puede emanar un fuerte olor a fertilizante que quite las ganas de fumarlo, o tener un aroma muy débil que anticipe un sabor más bien insulso. Los principales tipos de fertilizante o aditivos cuyo exceso es fácilmente detectable en la cosecha ya seca son los potenciadores de floración del tipo PK, los estimuladores de floración, los potenciadores del sabor ricos en azúcares, algunos compuestos a base de algas o pescado, el guano de murciélago, el de pingüino y la gallinaza, así como los fertilizantes de floración en general. Asimismo, algunos insecticidas o fungicidas como el azufre, aplicados de forma errónea durante la floración, también pueden alterar el olor de las flores si no son de rápida descomposición. Hay algunos casos en los que los excesos se pueden detectar fácilmente. Por ejemplo, cuando variedades muy distintas de un mismo cultivador tienen siempre un trasfondo dulzón que huele como a frutas o chucherías, puede ser un indicativo de que esta persona añade demasiado potenciador del sabor en sus riegos. Lo mismo ocurrirá si todas sus cosechas apestan a guano de murciélago, a gallinaza, etc. No obstante, la mejor forma de conocer a qué huelen estos compuestos es utilizarlos para cultivar nosotros mismos. Así aprenderemos a reconocer fácilmente su presencia cuando se han utilizado en abundancia.
La apariencia
La apariencia también puede ayudarnos a evaluar el cannabis. Sin embargo, éste sería el menos fiable de todos los aspectos a valorar. Como comentaba en párrafos anteriores, un cogollo de presencia excelente no tiene que ser bueno necesariamente (y viceversa), pero se puede llegar a deducir algunas cosas de cómo ha sido cultivada y conservada la marihuana por la pinta que pueda tener.
Por contradictorio que parezca, algo que nos ayudará a determinar las condiciones de cultivo y conservación o preparación del cannabis es el aspecto de las hojas. En algunos casos en los que el cannabis se ha manicurado a conciencia pueden difíciles de encontrar, pero deberemos intentar fijarnos en ellas. Si no hay absolutamente ninguna, puede ser un indicativo de que la marihuana ha sido utilizada previamente para extraer hachís en seco, restándole tricomas y por tanto calidad. Esta práctica es muy común y además bastante demandada por algunos consumidores que no son conscientes de ello. Hace algunos años, en una época de escasez, me hice socia de una asociación donde toda la maría estaba absoluta y perfectamente “pelada y repelada”. Al insinuarle a uno de los miembros de junta que la “pasaban por la lavadora”, admitió sin tapujos que ésa era la única forma que había hallado de que los socios no se quejasen de que había mucha hoja, permitiéndole además fumar hachís de altísima calidad aunque con un poco más de trabajo. En pocas palabras, la mayoría de los socios reclamaban cannabis de una calidad ligeramente inferior a cambio de una presencia excelente. Un tiempo después volví al club y la marihuana tenía un aspecto normal. Al parecer, poco a poco fueron enseñando a los socios que si se manicura de forma manual, siempre conserva algo de hoja, pero mayor cantidad de resina.
Aparte de esta cuestión, las hojas nos pueden indicar si una planta ha sufrido alguna plaga o enfermedad. Si las encontramos mordidas, puede ser señal de que la planta sufrió el ataque de alguna oruga o insecto que se alimenta de hojas; si las hallamos con pequeños puntitos amarillos, la planta puede haber sufrido araña roja o pulgón; y si las hay con polvo blanco, la planta ha tenido oídio por lo que su sabor se verá afectado. El menos preocupante de estos tres casos sería el primero, porque a pesar de que las hojas mordidas o los excrementos de las orugas pueden favorecer la infección por botrytis, este hongo se reconoce fácilmente en el cogollo al ser una especie de moho gris. En el segundo y tercer caso, la presencia de plagas u hongos podría implicar el uso de insecticidas o fungicidas de toxicidad desconocida que podrían afectar al sabor y olor, especialmente en marihuana procedente del mercado negro. La ausencia absoluta de hojas también puede indicar que se ha intentado esconder alguno de estos síntomas.
Por último, otra forma de responder a la pregunta de cómo valorar la calidad de la marihuana sería valorando el aspecto del cogollo y, si nos es posible, también el de los tricomas, observando la flor con una lupa o microscopio. Para valorar el aspecto de una flor, también hay que tener ciertas nociones de genética cannábica, ya que no podemos pretender que una sativa pura presente el mismo aspecto que una índica pura. He visto gente que desdeña sativas de exterior muy buenas por tener el aspecto normal de muchas sativas, lo cual denota bastante desconocimiento de la planta. Por tanto, a la hora de juzgar la presencia de un cogollo lo haremos conforme a su ascendencia. Valoraremos también que esté bien formado y que se haya mantenido entero y sin romperse, puesto que esto sugiere que se ha conservado con cuidado; que esté libre de flores macho, que además de producir semillas también indican un elevado nivel de estrés durante el cultivo; y por supuesto de hongos. La presencia excesiva de hojas demasiado grandes y sin resina también está de más, ya que indica descuido en el manicurado.
Cuando observemos el cannabis con lupa o microscopio, nos fijaremos en la cantidad o densidad de los tricomas glandulares: cuantos más haya, mejor será la marihuana, ya que en ellos se contienen los cannabinoides y la mayoría de terpenos. También nos fijaremos en la apariencia de los mismos, puesto que deben estar enteros y bien formados, así como presentar un buen color y brillo. Si todos son de color amarillento mate y carentes de brillo, pueden indicarnos que la marihuana es bastante vieja o que no se ha conservado en buenas condiciones. Además, también se puede detectar la presencia de hongos, que presentan diversos aspectos según del tipo que sean.
Por último, juzgaremos el aspecto del cogollo al desmenuzarse. La marihuana tiene que poder triturase bien, quedando suelta y ligeramente pegajosa. Si se deshace con demasiada facilidad convirtiéndose en polvo, significa que está excesivamente seca y será poco sabrosa y rascando al fumar. Si por el contrario, es difícil de picar y se queda pegada, está demasiado húmeda, rascando igualmente al fumar y sabiendo a verde con bastante probabilidad.
¿Cómo valorar la calidad de la marihuana? El sabor y efecto
Estos aspectos también pueden llegar a ser bastante subjetivos, pero hay determinadas singularidades que nos permiten establecer ciertas pautas. El sabor está relacionado con el olor y, normalmente, cuando una marihuana huele a algo que no es propiamente su aroma también sabe a ese algo. Además muchas veces también rasca al fumar, sobre todo cuando se trata de exceso de fertilizante. Para valorar el sabor del cannabis también hay que tener en cuenta su ascendencia. Por ejemplo, si llega a nuestras manos un cogollo de la familia white con olor y sabor intensos y penetrantes y efecto placentero, pero no nos gustan este tipo de variedades, no podemos decir que es de mala calidad solo por esta razón. Para apreciar bien el sabor de la marihuana hay fumarla sin mezclar con tabaco en alguna pipa que tenga un circuito para refrigerar el humo, o bien vaporizarla.
Con el efecto ocurre algo similar, ya que hay quien prefiere el cannabis narcótico, o quien se inclina más por el de efecto estimulante, quien quiere reírse un rato, etc. Por lo que tendremos en cuenta la genética antes que nuestros gustos personales en lugar de juzgar una variedad por cuánto pueda gustarnos su efecto. También se puede valorar por la potencia, aunque este aspecto también es bastante subjetivo. Por ejemplo, alguien que esté acostumbrado a fumar índica muy narcótica puede ser especialmente sensible al cannabis de efecto estimulante y notarlo más potente que otros usuarios más habituados.
Espero que te haya gustado el artículo y que pueda serte útil, para aprender cómo influye el cuidado de la planta y de la cosecha en el resultado final, ayudándote en su valoración. ¡Muy buenos humos!
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