El Cultivador

Luego hice otro cuadro que es una madre que tiene un chico y le está abrazando dentro de un círculo, afuera está el coronavirus y en la otra parte del cuadro es el mismo círculo con esa chica a la que le falta el abrazo, el coro- navirus está dentro. Cuando el virus ha llegado se han acabado los abrazos y muchas manifestaciones esenciales y básicas en nuestras vidas que representan el amor, las personas necesitamos querer y ser queridas, que nos abracen. Yo conocí gente que se había dejado de abrazar en el confina- miento. Si antes estábamos zumbados, ahora estamos zumbadísimos. La socie- dad no está nada bien. Empezaste por el virus tecno- lógico, pero tú ya abordabas en algunas obras el problema de las tecnologías, sobre todo en jóvenes. No lo veo solamente en jóvenes, por- que muchas veces echamos la culpa a los jóvenes, pero los mayores también estamos todo el rato mirando el móvil. Lo que sí me llama la atención y me como mucho la cabeza con eso es cuando veo a un niño muy pequeño en la silla con el móvil. Otra cosa de la pandemia fue que los chavales pasaron de estar en contacto a estar todo el rato pegados al móvil, estaban estu- diando con la pantalla del teléfono, o sea, mil pantallas a la vez y, al final, estaban solos. Son criaturas que empie- zan a enfocar en una pantalla y, al estar mirando todo el rato una pantalla, no puedes mirar a tu alrededor, no puedes ver la naturaleza, conectar con otras personas, te estás perdiendo lo que es la vida natural que hemos tenido hasta ahora. Al final, tienes que perder la empatía porque se pierde lo que hay alrededor y conectar con las personas es esencial para construir una sociedad. Una sociedad sin empatía, sin amor y sin libertad cojea por todas partes. También hice una pirámide formada por tres pirámides equiláteras y una encima. Cada pirámide representa los pilares de la sociedad ideal para mí: en una de las pirámides está la empatía, en otra el amor y en otra la libertad, en eso yo creo que tendría que estar basada nuestra sociedad y nos están llevando justo al camino contrario, a mí eso me preocupa. ¿Cómo hemos llegado a esto? Yo creo que las tecnologías al final nos hacen ser más egoístas, luego cada vez somos más materialistas y la gente, al ser cada vez más materialista, piensa más en uno mismo. Hay que pensar en los demás, yo creo que con las cosas un poco mejor repartidas estaríamos todos mucho mejor. Yo creo en el bien común. También veo el fin de las cul- turas, solo hay una cultura global y todo es material, no hay otra cosa. Eso me preocupa también, la cultura es muy importante, no solo para que la gente se manifieste o se identifique, es la sabiduría, los seres humanos somos bastante sabios. Precisamente, el de la cultura es uno de los mundos que se ha desmoronado en todo este proceso, los artistas, si ya antes tenían una situación de pre- cariedad económica, ahora se ha agravado. ¿Cómo es el sec- tor de la cultura ahoramismo? Bueno, yo el sector de la cultura tam- bién lo veo bastante capitalista, me he llegado alguna vez a preguntar si merece la pena. Merece la pena siempre porque lo que hago lo hago por mí, pinto todos los días siempre que tengo tiempo por- que me gusta, porque quiero y porque necesito manifestar cosas que igual no puedo manifestar de otra manera, y como no me dedico a ello tengo la libertad de hacer lo que me da la gana. Cuando pinto, cuando hago una escul- tura o haga lo que haga, me siento totalmente libre, porque hago lo que me da la gana. Pero luego me pregunto hasta qué punto el arte no es como el 74 voces conscientes Conectar con las personas es esencial para construir una sociedad

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