El Cultivador

quién me va guiando, pero entro en un estado que realmente me hace sentir bien. A veces estoy mal y pinto, no voy a decir que no, y entonces se me va un poco la olla, mientras pinto también les hablo a los muñequitos que voy haciendo, a veces incluso les pongo nombre, por hacerlo un poco más divertido, y ya cuando me estoy ago- biando le canto al cuadro. ¿Has pintado en otros estados alterados de conciencia, por ejemplo, consumiendo sustan- cias? En alguna ocasión sí, pero lo hago peor, porque como no controlo bien, empiezo a pintar y ya, cuando me altero, pierdo el control de mí misma y estropeo todo lo que había hecho ante- riormente. Creo que ese estado alterado no es el mío real, o sea, es el mío, pero una parte mala mía, no una parte buena, esta es mucho más creativa, la alterada es mucho más destructiva. No quiero decir que no haga cosas buenas, pero luego siempre tengo que terminar corrigiéndolo porque lo destrozo, gene- ralmente lo que hago es destruir, porque al final, las sustancias, queramos o no, nos destruyen un poquito. Has sido inmigrante sin pape- les en Estados Unidos, ¿cómo fue la experiencia? Bastante dura. Me fui a vivir recién casada, vivía en Venezuela y me casé con un argentino. Yo quería volver a España, no teníamos un duro y emi- gramos a Estados Unidos para ahorrar un poco. El plan inicial nunca llegó al final, tuve allí dos hijos y estuve ilegal, al estar ilegal las cosas se complican bastante para encontrar trabajo. Yo acababa de terminar diseño gráfico, pero no tuve la oportunidad de trabajar como diseñadora, me gradué un viernes y viajamos un lunes. Nos fuimos sin dinero y empezamos a buscarnos la vida. Encontramosmuchos inmigrantes, en Miami el 90 % o más han nacido fuera, conocí muchísimos latinoame- ricanos y nos empezamos a mover un poco en ese ámbito, en el de los ilegales. Vas haciendo tu camino, pero siempre con mucha dificultad, al final me puse a hacer cualquier trabajo: si me salía vender cinturones, vender cinturones, si me salía limpiar coches, limpiar coches, cuidar un niño, una niña. Fue muy duro, no tenía seguro médico, no teníamos nada y todo lo que trabajá- bamos era en negro. En el primer embarazo de mi hijo me saqué un seguro que te daban por dos meses, esos dos meses me controlaron algo, pero luego los últimos meses del emba- razo no iba al médico, no iba a ningún lado, fui a parir cuando sabía más o menos que me tocaba y empecé con las contracciones. Mi hijo pequeño casi nace prematuro también, yo con un bombo de siete u ochomeses limpiando coches, limpiaba muchos coches al día, era un trabajo físico. Luego tuve la suerte de que no nació prematuro, pero fue duro. En cuanto pudimos, con el pequeño de seis meses, nos volvimos a España. Volver aquí fue muy duro, porque fue volver a empezar, al final no eres como los inmigrantes que vie- nen, pero tampoco eres como las personas de aquí. Estaba sola con los dos críos y tenía que volver a empezar. Me tuve que adaptar, pero con buenas herramientas y un poco hecha de mi experiencia en Estados Unidos, al final una espabila, a base de obstáculos en el camino vas aprendiendo a moverte. ¿Qué significa para ti pintar? ¿Qué te aporta? ¿Qué aportas tú? Bueno, yo aporto sentimientos y expre- sión en todos mis cuadros, los vivo, los siento, los quiero y los odio a la vez. Mientras voy pintando paso pormuchas fases, pocas veces me ha gustado un cuadro cuando lo termino, general- mente lo suelo apartar para no volverlo a mirar. Cuando empiezo y tengo una idea tengo que terminarla, por eso pinto tanto, porque me pico conmigo misma. Pinto para expresar lo que siento, porque es un tipo de liberación que no consigo con otras cosas, y porque me encanta la pintura, me encanta pin- tar, los colores, cuando voy pasando el pincel por el lienzo siento algo que en mi vida cotidiana igual no puedo sentir de otra manera, siempre busco sentir. ¿Hay algo más que te gustaría decir? De todo en esta vida se aprende. Cuando emigré la primera vez, fue con una idea que no se cumplió. Las expec- tativas muy pocas veces se cumplen, pero al final los cambios también son buenos. 76 voces conscientes Las expectativas muy pocas veces se cumplen, pero al final los cambios también son buenos

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