73 voces conscientes Procedente de una familia adinerada, Fernanda de la Figuera se marchó de casa muy joven, pues su espíritu rebelde le impedía asumir el rol que su familia esperaba de ella. El cannabis llegó pronto a su vida, aunque de la manera desordenada e inconsciente que suele acompañar al consumo juvenil: “cuando empecé a fumar de joven no sabía por qué fumaba. Ahora lo sé claramente…”1. Y con los años, no solo aprendió a saber por qué, sino también qué fumar. Tras la caótica vida madrileña, en 1976 se trasladó a Málaga con su familia, donde cambió el hachís por la hierba, y la compra en el mercado negro por el cultivo de exterior. También comenzó su lucha por la legalización de la planta. En todos los saraos Tras ser absuelta por cultivar cannabis, convirtiéndose en la primera cultivadora legal en España, decidió dedicar su vida al cultivo y defensa de la planta: “Prefiero pagar mi licencia de cultivar marihuana que tener que pagarle al dealerde la esquina”. Desde entonces no hubo manifestación, reunión o evento cannábico en el que Fernanda no participara. Todo comenzó en 1996. Siguiendo la estela de sus compañeros catalanes, fundó y presidió la Asociación Ramón Santos de Estudios del Cannabis de Andalucía (ARSECA). Ramón Santos era un abogado defensor de los consumidores de sustancias prohibidas en los tribunales de los años ochenta. Tras sumuerte, los fundadores de ARSEC, en Barcelona, habían decidido honrar su memoria poniendo su nombre a la asociación, decisión que siguieron otras organizaciones como ARSECA, ARSECSE y ARSEK. La ARSECA se convertiría en un Fernanda con su hija Rocío y Clara Sativa “Cuando empecé a fumar de joven no sabía por qué fumaba”
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