El Cultivador

62 voces conscientes pasa esto”. Yo hablo ese lenguaje neutral que me enseñaron, para abrir un espacio no hace falta más que una sonrisa, podría ponerme a mirar una manzana e incluso la manzana se reiría de mí, “bueno… me come o no me come”, esas cosas las hemos inventado nosotros para no perdernos. La persona ya es en sí una apertura, ya es una llave, ¿para qué queremos más? Todas esas cosas que nosotros ritualizamos vienen precedidas de nuestra propia creación de la solemnidad, del ente o del personaje, que es el que sabe, y acá todos sabemos, no hay nadie que sepa más, no hay un sabio, no hay un gurú, no hay un maestro. ¿Para qué necesitamos estos rituales? A veces puede ser que se generen distintas presencias de personas y tú estás con tu amigo y de repente dice: acaba de pasar un ángel. ¿Eso no es un ritual? Ha sucedido el silencio, nos hemos quedado todos mirando, hemos disfrutado milésimas de segundo y nadie está opinando, o sea, acaba de pasar un ángel, decimos todos eso para que por fin lleguemos a eso: dejemos de joder, de opinar, de boicotearnos, de machacar... creo que ese es el fin de toda esa parafernalia, ese set que se monta detrás del ritual. Todo se divide entre lo que se ve y lo que no se ve Autora: Virginia Montañés

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