Oídio: cómo identificar y prevenir el moho blanco en tus cultivos (II)

27 diciembre, 2024
Sphaerotheca fusca en planta de pepino (Rasbak, Wikipedia)
Sphaerotheca fusca en planta de pepino (Rasbak, Wikipedia)

Descubre los principales hongos causantes del oídio en cultivos y jardines, sus efectos devastadores y los mejores métodos naturales y químicos para su control.

Por Víctor Bataller

Como ya hemos comentado en la primera parte de este artículo, cuando hablamos o nos referimos al oídio estamos nombrando la sintomatología de una enfermedad causada por una serie de hongos diferentes entre sí. Hemos dedicado parte de esa primera entrega a algunos de los hondos causantes de oídio, como la Uncinula necator y Blumeria graminis, ambos muy comunes en nuestros jardines o en nuestros cultivos, convirtiéndose incluso en una de las fitopatologías más cosmopolitas. Seguidamente dedicaremos en este segundo artículo unos párrafos a otros hongos también muy frecuentes que causan oídio y al final recopilaremos los métodos que han demostrado mayor eficacia para el control de esta enfermedad.

Leveillula taurica (Scott Nelson, Flickr)
Leveillula taurica (Scott Nelson, Flickr)

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Podosphaera pannosa

También es conocido como el oídio polvoriento. Es una especie biotrófica (hongos parásitos que se alimentan de las plantas) y un ectoparásito obligado que se desarrolla sobre todo en especies de plantas de la familia Rosaceae y Myrtaceae. A la primera familia pertenecen muchas especies de plantas ornamentales como los rosales, la mayor parte de las especies de frutales de hueso y de pepita de mayor consumo como el melocotonero, ciruelo, albaricoque, manzano, peral, membrillero, cerezo, almendro y de arbustos como la zarzamora, la frambuesa o la fresa. Esta familia incluye a más de 2.500 especies de plantas conocidas. A la familia de las Myrtaceas pertenecen más de 3.000 especies de árboles y arbustos perennes de regiones tropicales, subtropicales y de la Europa mediterránea como el eucalipto o la guayaba.

El hongo de Podosphaera pannosa forma un micelio blanco de aspecto polvoriento que crece únicamente sobre la superficie del hospedador sin invadir internamente sus tejidos y sólo  con el fin de obtener los nutrientes y el anclaje necesario para vivir sobre la superficie de la planta, forma apresorios superficiales y haustorios penetrando a través de la cutícula y luego en el interior de las células de los tejidos epidérmicos, por lo tanto, no llega a matar al hospedador pero utiliza sus nutrientes, reduce la fotosíntesis, incrementa la evapotranspiración y la transpiración (lo que le genera estrés) e impide el crecimiento. Esto ocasiona pérdidas económicas muy importantes debido a la disminución de la calidad de los frutos y su valor estético gracias a los cuales se comercializan.

 Leveillula taurica

Hongo ascomiceto del orden de los Erysiphales que se manifiesta como un micelio blanquecino visible a simple vista sobre todo en plantas de la familia de las Solanáceas como el tomate o la patata. El hongo se conserva en los restos de vegetación afectada de cultivos precedentes y sobre las malas hierbas, y desde ahí se propaga mediante conidios. Las condiciones óptimas de desarrollo son una temperatura de 20 a 25 ºC y una humedad relativa comprendida entre el 50 y el 70 %. El ataque comienza en los foliolos de la hoja y los síntomas iniciales consisten en manchas blancas y polvorientas en el haz que se van tornando de color amarillo y detrás de las cuales puede verse un polvillo blanquecino en el envés. Estas manchas aumentan de tamaño y número, y van extendiéndose de las hojas viejas a las jóvenes frenando el desarrollo de la planta. En ataques muy fuertes las hojas pueden llegar a secarse totalmente provocando defoliaciones y quemaduras en los frutos al quedar expuestos directamente al sol originando importantes pérdidas de cosecha. Las medidas preventivas y culturales más frecuentes son un manejo adecuado de la ventilación, eliminación de las malas hierbas y podas que permitan retirar de la planta las hojas basales y viejas que ya estén dañadas.

En los últimos años se han detectado en solanáceas ataques del hongo Oidium lycopersici con síntomas muy similares a la Leveillula taurica.

Erysiphaceae (Bauer Karl, Wikipedia)
Erysiphaceae (Bauer Karl, Wikipedia)

Podosphaera fusca

Anteriormente se denominaba Sphaerotheca fuliginea y son hongos que producen el oídio de las cucurbitáceas (calabacín, pepino, calabaza,…). En zonas del norte de Europa el oídio de las cucurbitáceas está también causado por el hongo Erysiphe cichoracearum. Se manifiesta con el polvo blanco o cenizo tan característico sobre las hojas, brotes y frutos. Las hojas y tallos atacados se vuelven de color amarillento y terminan por secarse. Es una enfermedad muy común y que causa graves daños debido a la rapidez con que progresa, por lo que los tratamientos preventivos suelen tener buen efecto en comparación con soluciones curativas. En cultivos rastreros como el melón o la sandía las zonas afectadas con los micelios y las esporas que están en el envés suelen ser de difícil acceso a los tratamientos, esto, unido a la gran cantidad de esporas producidas, son factores que facilitan la aparición de resistencias.

Las esporas del hongo son transportadas por el viento y al caer sobre los tejidos susceptibles germinan penetrando por los estomas, desarrollándose con rapidez las típicas manchas polvorientas que irán creciendo. Le favorece las primaveras húmedas (en torno al 80% de humedad relativa) y de temperatura suave pudiendo desaparecer en pleno verano, siempre que el termómetro pase de 35 ºC para resurgir en otoño. No requiere agua libre para su desarrollo pero sí humedad. Se diseminan por el viento y puede llegar a ser una enfermedad endémica.

Erysiphe betae

Este hongo está distribuido por todas las zonas de cultivo de la remolacha azucarera en España, afectando también a otros cultivos comestibles como la acelga. Este agente patógeno es un parásito obligado estricto ya que solamente puede efectuar su desarrollo sobre un huésped vivo. El micelio es externo y se desarrolla en la superficie de las hojas como en casi todos los hongos que causan oídio.

Los primeros síntomas son pequeñas manchas blancas aterciopeladas dispersas en forma de estrella. Suele comenzar en las plantas de los bordes de la parcela o en plantas aisladas. A medida que la enfermedad avanza, estas manchas se vuelven polvorientas, se espesan y las hojas maduras se recubren de un polvo blanquecino y de aspecto harinoso invadiendo tanto el haz como el envés e incluso el pedúnculo de éstas. Finalmente, las hojas afectadas se vuelven de color marrón y se secan. En condiciones favorables de humedad y temperatura, el hongo se desarrolla y disemina rápidamente por medio de conidias, contaminando las hojas adyacentes, infestando las plantas cercanas e incluso la parcela. Las conidias son elípticas, se forman en cadenas cortas y maduran individualmente, de modo que el micelio del hongo se extiende y se hace más denso, adquiriendo un color grisáceo. Las condiciones óptimas para la germinación de las conidias son una temperatura alrededor de 21 ºC y una humedad relativa mayor del 70 %.

Al final del ciclo del cultivo, en los tejidos severamente afectados, se produce la fase de reproducción sexual del hongo, esto es, se forman las ascas (cuerpos globulosos al principio amarillos y luego negruzcos que son los órganos de conservación del hongo, las cleistotecas). La presencia de agua en forma de lluvia o riego por aspersión dificulta el desarrollo del hongo. Este agente patógeno produce una reducción de la clorofila en las hojas de las plantas provocando una disminución de los rendimientos y la calidad de la cosecha. Ataques muy severos pueden provocar grandes pérdidas.

El mejor método de control es la prevención y es que reducir las posibilidades de entrada de todos estos hongos en nuestros cultivos es la mejor manera de detener la enfermedad.

Se recomienda no dejar en el suelo restos de cosecha y establecer rotaciones de cultivos durante dos a tres años con cultivos libres de hospedantes, de este modo, las cleistotecas o cualquier tipo de órganos de conservación del hongo que puedan quedar en el suelo perderán su virulencia. La entrada de este hongo se realiza, casi siempre, por las lindes de las parcelas por lo que se recomienda, además, la destrucción de la vegetación espontánea de ribazos y linderos.

Como medida de control de la enfermedad también se aconseja la realización de tratamientos fungicidas con acción sistémica o de contacto y para evitar la aparición de resistencias se aconseja no realizar al año más de dos tratamientos seguidos con produc­tos de un mismo grupo químico. En el siguiente cuadro se citan muchas de las materias activas autorizadas para el control de oídio por parte del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente. Como se puede observar se  clasifican los productos por grupo químico. En la fila central se indica el peligro y en la fila de la derecha los plazos de seguridad, es decir, los días que hay que esperar hasta poder consumir las plantas después de ser tratadas

Materia activa Toxicidad Plazo de seguridad
Triazoles    
Ciproconazol Xn,B 28
Tebuconazol Xn,B,C 21
Triadimenol Xi,Xn,A 21
Fenbuconazol Xn,A 30
Miclobutanil Xn,A 15
Penconazol -Xn,B,C 14
Estrobilurinas    
Azoxistrobin A 21
Azoxistrobin+folpet Xn 28
Dimetomorf+piraclostrobin Xn 35
Kresoxim-metil Xn 35
Kresoxim-metil+boscalida Xn 28
Piraclostrobin+metiram Xn 30
Trifloxistrobin Xi 30
Quinolinas    
Quinoxifen Xi,A 30
Quinazolinonas    
Proquinazid Xn 28
Benzofenonas    
Metrafenona   28
Dinitrofenoles    
Meptildinocap Xn 21

Como podemos observar, este tipo de productos tienen una eficacia contrastada pero presentan el inconveniente de la toxicidad y los fenómenos de resistencia. Además, debemos tener en cuenta que para poder adquirir este tipo de productos es necesario ser poseedor de un carnet de aplicador de fitosanitarios que se concede tras realizar un curso de 40 horas.

Otra alternativa es el uso de productos naturales, que pese a no estar reconocidos oficialmente por su acción fitosanitaria, han venido demostrando durante siglos ser verdaderamente eficaces para conservar la sanidad de nuestros cultivos. El azufre ha sido históricamente el fitosanitario más utilizado de todos los medios de control ya que es un producto totalmente ecológico que cuenta con la ventaja de que no presenta fenómenos de resistencia y es muy eficaz, tiene acción insecticida y una vez caiga al suelo ayuda a bajar el pH contrarrestando el efecto negativo de la salinidad. Presenta algunas limitaciones como la temperatura de aplicación (ya que no actúa a temperaturas inferiores a los 15 ºC y a temperaturas superiores a los 35 ºC puede producir quemaduras en la planta), empleo de medidas de protección para el aplicador (pues es muy irritante para los ojos, boca y vías respiratorias) y durante al menos cinco días hay que guardar un plazo de seguridad por los restos que puedan quedar tras el espolvoreo.

En la última década han aparecido los formulados a base de canela (Cinnamomum zelanicum) que actúan como un potente fungicida natural, válido para su uso en agricultura ecológica y no deja residuos. Produce un efecto tóxico en los hongos que atacan los cultivos, debido a que es rico en compuestos fenólicos que inhiben el desarrollo de hongos y bacterias a la vez que ejerce un efecto repelente contra otras plagas como los ácaros.

El propóleo es otra sustancia que se viene empleando como fungicida y nuestro formulado Propolix tiene el reconocimiento por parte de la administración como producto fitofortificante, es decir, es un formulado que ayuda a la planta a superar los ataques de agentes patógenos. El propóleo es una sustancia gomosa que fabrican las abejas para sellar las fisuras de sus colmenas o para embalsamar sus cadáveres y así evitar infecciones. Se viene utilizando por culturas milenarias desde hace siglos gracias a sus propiedades antimicrobianas contra numerosas infecciones. La dosis más recomendada para este formulado es de dos a tres c.c. por cada litro de agua. La dosis más baja se usa durante el verano y la mayor en el invierno, a la cual se puede añadir, para un mejor resultado, dos gramos por litro de azufre. Debe pulverizarse sobre las plantas cada cinco días en periodo propicios para la infección antes de que aparezca la enfermedad.

Debemos tener en cuenta que para este tipo de enfermedades es ideal comenzar los tratamientos de forma preventiva o en las primeras etapas de desarrollo del hongo sobre la planta. Actuar de forma curativa no garantiza que la planta pueda desarrollarse en plenitud.


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