Prensa Cannábica Gratuita – El Cultivador

Técnicas efectivas para germinar semillas de cannabis

Consejos y métodos clave para iniciar un cultivo exitoso desde la elección de las semillas hasta el proceso de germinación

por Josetxo   

Siempre se ha dicho que la mejor forma de construir una casa es comenzando por el principio, con unos buenos cimientos. Este dicho se puede aplicar en realidad a muchos aspectos de la nuestra vida cotidiana y, como no podía ser de otra forma, también se puede (incluso se debe) aplicar a cualquier cultivo de cannabis.

Si queremos realizar un buen cultivo de marihuana, debemos comenzar por el principio, con la elección de unas semillas adecuadas a nuestras necesidades y con una buena germinación. Existen muchas opciones a la hora de comprar semillas, pero sólo unas pocas opciones a la hora de germinarlas. Veamos cuáles son las técnicas más utilizadas y cuáles ofrecen los mejores resultados.

Antes de entrar en materia debemos recordar que si una semilla no es de calidad, por muy bien que hagamos la fase de germinación, es posible que no germine. Con un poco de suerte puede que lo haga, pero sin vigor o incluso mostrando alguna deformidad/carencia cuando se desarrolle.

Las semillas de marihuana tienen fecha de caducidad y además necesitan ser conservadas a baja temperatura y con un nivel de humedad más bien bajo. Por lo que una semilla puede no germinar simplemente porque no es buena, porque es vieja o porque se ha conservado mal, aunque acabemos de comprarla.

Teniendo clara la importancia de la calidad de la semilla y asegurándonos de que nuestras semillas son jóvenes, frescas y han sido bien conservadas, podemos poner en práctica cualquiera de las técnicas de las que a continuación vamos a hablar.

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Técnica de germinación clásica

 Posiblemente sea la técnica más vieja y a la vez la más utiliza en todo el planeta, ofrece buenos resultados y es muy sencilla de realizar. Consiste en germinar la semilla directamente en el suelo o maceta, dependiendo de nuestro sistema de cultivo, y esperar a que salga. Más sencilla que el mecanismo de un botijo, ¿verdad? Pues tiene algunos detalles que son importantes mencionar para que todo salga bien.

Lo primero que debemos hacer es preparar la maceta donde vayamos a plantar la semilla para que germine y crezca. Debemos usar tierra de calidad, ya que el cannabis necesita sustratos aireados y poco compactados para poder desarrollar bien sus raíces. En cualquier growshop podemos comprar tierra de muy buena calidad a precios muy asequibles, así que utilizar tierra de poca calidad no tiene excusa. Si vamos a cultivar nuestra planta en el suelo también debemos usar tierra de calidad, hacer un agujero de un metro cuadrado aproximadamente y rellenarlo con un buen sustrato.

Una vez preparada la tierra, debemos regar con mucho cuidado de no encharcarla. Es necesario que la tierra esté húmeda, pero no encharcada. Las raíces también necesitan oxígeno y un exceso de agua puede hacer que literalmente se ahoguen. Por eso siempre es recomendable utilizar alguna regadera, de las típicas con decenas de agujeros por donde el agua cae lentamente.

Sobre el agua que utilicemos para regar, cada cual es libre de añadirle lo que crea oportuno bajo su responsabilidad. A nivel particular sólo recomiendo utilizar agua de calidad con el pH ajustado a 6,2 o, como mucho, con una mínima cantidad de estimulador de raíz. Partiendo de que el sustrato es de calidad, no es necesario añadir ningún tipo de abono de crecimiento ni nada similar, porque corremos el riesgo de sobrefertilizar y eso sería fatal para una semilla germinando. En realidad, no es recomendable usar ningún abono hasta que por lo menos tenga un mes de vida, siendo realistas.

La calidad del agua es muy importante. Si por ejemplo vivimos en una zona costera donde el agua del grifo provenga de una desalinizadora, es posible que esa agua tenga mucha salinidad, cal, cloro o cualquier otra sustancia poco recomendable. Para estos casos lo mejor es utilizar agua embotellada o de manantial, ajustar el pH y regar.

Una vez tenemos la maceta o el suelo preparado y regado, sólo queda plantar nuestra semilla de marihuana. Así que para ello haremos un pequeño agujero en el sustrato, de un centímetro de profundidad aproximadamente, ayudándonos por ejemplo de un palillo de dientes.

Después introduciremos la semilla de marihuana en ese agujero y lo taparemos con tierra, con cuidado y sin presionar mucho para que no se compacte. Si hemos plantado la semilla en una maceta la pondremos en un lugar con luz pero donde no le dé el sol directamente, por lo menos hasta que germine. Tanto si hemos plantado la semilla en maceta como en suelo, debemos asegurarnos de que durante los siguientes días la tierra no se seca por completo.

A niveles generales no lo hace, pero si la temperatura es elevada o hay corrientes de aire, el sustrato podría secarse muy rápidamente y dejar sin humedad a la raíz de nuestra semilla recién germinada (matándola probablemente). Un buen truco para saber si la tierra está húmeda o no consiste en meter el dedo índice en el sustrato. Si al sacarlo tenemos tierra pegada en él, hay humedad. Si sale limpio y sin tierra, entonces debemos regar.

Si todo marcha bien, en cuestión de unos pocos días veremos brotar de la tierra los cotiledones de nuestra nueva planta de cannabis. Algunas semillas tardan tres días en brotar y otras tardan nueve… Simplemente hay que darles su tiempo. A estas alturas sobra decir que a las semillas de marihuana no les gusta germinar con frío, por lo que siempre debemos cultivar en un ambiente templado o cálido.

Técnica de germinación en servilleta

Esta técnica es posiblemente la más extendida entre los cultivadores de cannabis con cierta experiencia, porque garantiza que las semillas germinen correctamente antes de comenzar a cultivarlas en tierra (o en el sustrato que se desee).

Consiste en humedecer un trozo de papel, el cual suele ser una servilleta o papel de cocina. Lo ideal es coger dos o tres servilletas de papel y humedecerlas con agua de calidad, sin utilizar ningún tipo de estimulador ni abono, solamente agua. Y aunque lo recomendable sería ajustarla a un ph de 5,8, lo cierto es que si no se ajusta el pH las semillas germinan igual.

Una vez que hemos humedecido las servilletas, las apretaremos con las manos para eliminar el agua sobrante, de esta forma las servilletas quedarán humedecidas pero no encharcadas. Un exceso de agua en la servilleta ocasionará que las semillas se pudran. Colocaremos las servilletas humedecidas dentro de un tupperware o sobre un plato de cocina, poniendo las semillas entre ellas, de forma que debajo de las semillas haya una capa de papel humedecido y encima de ellas otra. No debemos presionar el papel ni compactarlo, simplemente poner una capa de papel humedecido, dejando cierto espacio entre las semillas para que las futuras raíces no se enreden, y otra capa de papel humedecido. De esta forma las semillas tendrán una humedad constante y homogénea.

Si hemos colocado las servilletas con las semillas en un tupperware, lo cerraremos. Si las hemos colocado sobre un plato, lo envolveremos con papel film, el clásico plástico transparente con el que se envolvían los bocadillos.  De esta forma evitaremos que las servilletas se sequen por perdida de humedad, algo que mataría a nuestras semillas germinadas. Colocaremos el tupperware o plato en un lugar templado de la casa y a ser posible oscuro, dejándolo ahí entre 48 y 72 horas. Pasado ese tiempo, podemos ir a revisar si nuestras semillas ya han sacado la raíz.

Si las semillas tienen un centímetro de raíz o más, podemos cogerlas con mucho cuidado y plantarlas en la maceta o suelo, regando previamente la tierra y haciendo un agujero para poder enterrar la semilla germinada sin peligro. Es importante no tocar con los dedos la raíz. A nivel particular me gusta utilizar unas pequeñas pinzas y coger las semillas por la “cáscara” que aún mantienen. Lo correcto, si la raíz ya tiene estas medidas, es enterrar solo la raíz en la tierra y dejar la “cáscara” visible o a unos pocos milímetros de profundidad. En poco más de un día veremos cómo comienza a crecer sin parar, se desprende de la “cáscara” y saca los cotiledones.

Si, por contra, las semillas aún no han germinado o tienen una raíz muy pequeña, las dejaremos unos días más hasta que se desarrollen bien.

Esta técnica es muy recomendable porque nos garantiza que las semillas germinan correctamente, pero es algo peligrosa porque podemos romper o dañar la delicada raíz y quedarnos sin semilla que plantar, algo poco gracioso cuando hemos pagado un dinero por ella.

Técnica de germinación en jiffy o en cubo de lana de roca

Esta técnica es también muy sencilla y aporta buenos resultados, por lo que también está extendida entre la comunidad de cultivadores cannábicos. Aunque hay que destacar que los resultados no son visibles tan rápidamente como con la técnica anterior.

Un jiffy no es otra cosa que un disco de turba prensada, así que para poder germinar una semilla en él, debemos hidratarlo previamente. Lo recomendable es colocar agua de calidad y con el pH ajustado a 6,2 en un recipiente, donde también añadiremos el jiffy. Usar estimulador de raíz es opcional, pero no es recomendable usar abono. Debemos dejar el jiffy en contacto con el agua al menos unos veinte o treinta minutos, para que se hidrate completamente y adquiera su tamaño real (se expanda). Debemos colocar agua de sobra para que el jiffy pueda absorber tanta como necesite.

Transcurrido ese tiempo, cogeremos el jiffy hidratado y lo apretaremos con las manos para que elimine el exceso de agua. Debe quedar humedecido, mojado, pero nunca encharcado. Recuerda que las semillas también necesitan oxígeno. Una vez eliminada el agua restante, haremos un agujero de un centímetro de profundidad en la parte superior del jiffy con la ayuda de un palillo de dientes (por ejemplo), colocaremos la semilla y la enterraremos suavemente.

Pondremos el jiffy en un lugar donde no pierda humedad por evaporación (dentro de un invernadero para germinar marihuana, por ejemplo) y esperaremos a que brote la planta. Cuando esto ocurra podemos colocar el jiffy bajo una luz o enterrarlo en una maceta, como prefiramos. Pero si optamos por colocarlo tal cual bajo una luz para que la planta se desarrolle un poco antes de ponerlo en una maceta definitiva, debemos tener mucho cuidado de que nunca se seque por completo.

Germinar en un cubo de lana de roca es exactamente igual que hacerlo en un jiffy, con la diferencia de que la lana de roca debemos hidratarla con agua de calidad con el pH ajustado a 5,8 y con abono en pequeña cantidad. Ya que la lana de roca es completamente inerte y la semilla pasará ahí un tiempo. Hidrataremos el cubo de lana de roca de la misma forma que el jiffy y eliminaremos el agua restante, haremos un pequeño agujero y plantaremos ahí nuestra semilla. Pondremos el cubo de lana de roca en un lugar donde no pierda la humedad o donde tenga un riego por goteo (la lana de roca se utiliza en muchos sistemas de cultivo de riego por goteo) y a esperar que brote la planta.

Sea cuál sea la técnica que elijas para germinar tus semillas, recuerda que un clima templado es el idóneo para ello. En el próximo número hablaremos sobre cómo realizar la fase vegetativa de estas semillas.

https://www.cannabismagazine.net/tecnicas-efectivas-para-germinar-semillas-de-cannabis/

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