Descubre cómo iniciar tu primer cultivo de marihuana al aire libre con consejos sencillos sobre semillas, tierra, riego y cuidados básicos
Ya estamos en pleno mes de mayo. Los días empiezan a ser deliciosamente largos, el sol se luce y el cuerpo se llena de una alegría primaveral que nos incita a salir más a la calle, disfrutar de unas cervecitas en buena compañía al albor de una terraza… En resumen, a disfrutar de la vida. ¡Pero esto no es lo único bueno que trae la época cálida! También es un momento perfecto para estrenarte en el mundo del cultivo de cannabis. No hace falta complicarte la vida: un balcón discreto, una terraza o, si eres aún más afortunado, un jardín, pueden convertirse en huertas cannábicas cuyos frutos te ayudarán a encarar con mucha alegría la llegada del triste otoño. ¿Que nunca has cultivado? No te preocupes, aquí te contamos las claves básicas para que te estrenes en esto del cultivo exterior de cannabis sin perder la cabeza.
¿Qué semilla cultivar?
Ésta es la primera y fundamental elección. Tienes que elegir un tipo de semilla que se adapte a ti, a tus necesidades y a tus gustos. Teniendo en cuenta que te estrenas con esto del cultivo de marihuana, lo mejor es que optes por una semilla vigorosa, que tenga buena resistencia a plagas y que, con poco esfuerzo, te asegure buenos niveles de producción. Blue Widow, por ejemplo, es una buena elección. Se trata de una variedad de floración corta, resistente a las plagas, de crecimiento vigoroso, con la que te será relativamente fácil obtener cosechas generosas en poco tiempo.
También puedes optar por una variedad autofloreciente, es decir, un tipo de variedad cuyo ciclo de vida se reduce a poco más de dos meses –prácticamente la mitad que el del resto de variedades feminizadas cuando hablamos de cultivo exterior– con todas las ventajas que eso tiene. Son rápidas, con un ciclo vital que ronda los 70 días en total y por ello se reduce el margen de sufrir posibles ataques de plagas o moho. Además, son genéticas que no dependen del fotoperiodo, así que, aunque las condiciones no sean óptimas, lo más probable es que obtengas un buen resultado. Por otra parte, si vives en una región mediterránea en la que le verano se alargue hasta bien entrado el mes de octubre, podrás incluso tener la opción de sacar adelante más de una cosecha. Tienes variedades autoflorecientes de muchas clases, tipos y sabores, pero nuestra recomendación es Critical Jack Autofloreciente. Esta versión automática de Critical Jack es ideal para cultivadores noveles porque produce cosechas de calidad rápidamente y sin complicaciones. El sabor de esta variedad es cítrico con tonos a madera y especias que da paso a un efecto fuerte, tanto físico como mental.
El nivel de dificultad en el cultivo no es el único condicionante a la hora de elegir una semilla de marihuana. También debes tener en cuenta qué buscas a la hora de consumir cannabis. Por ejemplo, si lo tuyo es la relajación mental y física, lo mejor es que elijas unas semillas de la variedad índica o un híbrido con esta predominancia. En este sentido, la California Hash Plant puede ser una buena opción, ya que es una semilla de marihuana calificada como todoterreno. Es capaz de resistir el frío y la humedad y ofrecer cosechas de calidad en los climas más hostiles. Aunque cualquier variante Kush también te dará buenos resultados, pues su ascendencia afgana garantiza una planta fuerte y resistente.
Si cuando consumes marihuana lo haces para alcanzar nuevos estados mentales que fomenten tu creatividad, debes decantarte por una sativa como, por ejemplo, la Critical Jack o la Santa Sativa. Todas ellas cuentan con elevados porcentajes de THC. Y si no estás acostumbrado a los altos niveles del THC o si, simplemente, buscas un efecto más sostenible, que te permita disfrutar del cannabis sin efectos secundarios o impedimentos en tu día a día, te recomendamos variedades ricas en CBD como Industrial Auto CBD, una automática productiva, resistente y de delicioso sabor alimonado.
¿Cuándo empezar el cultivo?
La norma básica es que no comiences a cultivar hasta que no estés seguro de que ya no hay riesgos de nuevas heladas y de que el buen tiempo ha llegado para quedarse. Éste, precisamente, es uno de los errores más comunes cuando hablamos de cultivo en exterior. El clima primaveral es muy inestable y puede jugarte malas pasadas. Los cambios de temperatura pueden ser fatales para la primera etapa de la planta, está débil y sensible debido a su pequeño tamaño.
Esto es especialmente peligroso en el caso de las variedades autoflorecientes. Como sólo tienen dos meses y medio de vida, si durante las dos primeras semanas no hace buen tiempo la planta quedará bloqueada y para cuando llegue el sol y sea capaz de recuperar el vigor, ya será demasiado tarde, pues solo cuentan con un mes de crecimiento (empiezan a florecer entre el día 25.º y el 28.º de vida, aproximadamente). En el mejor de los casos, tendrás una planta muy pequeña que dará poca producción y de mala calidad. En el peor, morirá.
Si optas por feminizadas o regulares, el tiempo de crecimiento se triplica y en lugar de cuatro semanas, cuentas con doce. Esto da más margen y aunque al principio haya sufrido, llega un momento en el que la planta puede recuperarse y dar el estirón. De todos modos, siempre es preferible tener en cuenta los factores climatológicos y germinar en el momento adecuado. Cuanto menos estrés y menos sufra la planta, mejor será el resultado final.
El momento de germinar varía según la zona. Dependiendo de dónde vivas, no estaremos hablando de las mismas condiciones climáticas y por tanto la fecha también cambiará. Nuestro consejo es que no te lo tomes como algo académico, observa el tiempo y asegúrate de que realmente es bueno. De todos modos, aquí van unas fechas orientativas que pueden servirte de guía:
Clima mediterráneo: las temperaturas son más suaves y en general el periodo de germinación hábil va desde el 1 de abril hasta del 30 de mayo, aunque el momento óptimo suele ser a principios de mayo.
Clima no mediterráneo (continental, atlántico o de montaña): en este tipo de climas, se puede germinar, por lo general, del 1 de mayo al 30 de junio. El momento más recomendado suele ser a principios de junio.
¿Dónde instalar nuestro cultivo de marihuana?
Sea balcón, terraza, jardín o pleno campo, debes seleccionar para tu cultivo una zona soleada y resguardada del viento ya que las plantas de marihuana necesitan mucha luz durante el día y son muy sensibles a las rachas de aire. En el hemisferio norte, la orientación con más horas de insolación para nuestro cultivo será sur o sureste, ya que la parábola que recorre el sol será de este a oeste, con una inclinación hacia el sur, que será menos pronunciada según se acerque el verano. Si nos encontramos en el hemisferio sur la diferencia será que la parábola que recorre el sol se inclinará hacia el norte. Así que la mejor orientación del cultivo será hacia el norte o noreste.
El segundo factor a tener en cuenta es qué medio utilizarás para el cultivo: macetas, bolsas de cultivo o directamente en el suelo, es decir, en jardín o tierra madre. Lo bueno de las macetas es que, ante cualquier problema, puedes trasladar tus queridas plantas mientras que si lo haces directamente en suelo, ya sea en tu jardín o en el campo, no existe esa opción.
El tercer elemento es la discreción y la seguridad. Debes escoger una zona discreta, lejos de miradas curiosas y, sobre todo, de vecinos indiscretos. La marihuana desprende un olor muy característico y, si cultivas varias plantas, su flagrante olor se extenderá por un perímetro importante. Para curarte en salud, te recomendamos cultivar junto a ellas otras plantas aromáticas que camuflen su olor como el romero, la lavanda o la menta. También tienes que tener en cuenta que hay mucho caco acechando a los cultivos de cannabis, así que es conveniente plantar tu cannabis en zonas que se puedan vigilar con frecuencia.
El sustrato
Los growers expertos lo tienen claro. Un buen sustrato es fundamental para el éxito de un cultivo. Si vas a hacerlo en macetas o en bolsas de cultivo solo tendrás que adquirir en cualquier tienda un buen sustrato según el tipo de semillas que vayas a plantar. Ahora bien, si lo haces directamente en el suelo, deberás tener en cuenta varias cuestiones. El cannabis crece mejor en suelos ligeros y limosos. Estos se caracterizan por drenar bien el agua y a la vez conservar el grado de humedad idóneo para las plantas de marihuana. Los suelos limosos están compuestos de arena, limo y arcilla. Si tu suelo no contara con esta combinación ideal, no te preocupes, porque podrás identificarlo fácilmente: en los suelos muy arenosos será común que el agua drene excesivamente rápido, mientras que en los suelos con alto contenido de arcilla el líquido se estancará formando charcos. Una vez sepas cuál es tu tipo de suelo, podrás paliar sus carencias añadiendo cualquier de los elementos (arena, limo y arcilla) que no estén presentes.
También deberás conocer cuál es el pH del sustrato. Para ello podrás hacer una sencilla prueba casera con tiras de pH y agua destilada, que tiene pH neutro. Puedes encontrar ambos productos en farmacias, parafarmacias o tiendas online especializadas. Lo ideal es que las plantas de marihuana crezcan en un sustrato con un pH ligeramente ácido, entre 5,5 y 6,5 (la tira deberá tener una tonalidad ligeramente rosácea). Ahora bien, si nuestra tira tiene color azul intenso nos indicará que el pH es demasiado alcalino, por lo que podremos reducirlo con un compuesto ácido como el azufre. En cambio, si la tierra cuenta con un pH excesivamente ácido (con la tira de un color rojo intenso), deberemos utilizar cal agrícola (carbonato de calcio) para reducirlo ligeramente.
Por naturaleza, los sustratos arenosos son ácidos y los sustratos arcillosos son alcalinos, mientras que el sustrato forestal suele estar hacia los valores más idóneos para el cultivo de marihuana. Aun así, es importante realizar la prueba para comprobar ante qué tipo de tierra nos encontramos y corregir los excesos o defectos.
¿Y el abono?
Los abonos más utilizados por los cultivadores de cannabis son el humus de lombriz, el guano de murciélago o la fibra de coco, aunque también se puede usar cualquier otro abono natural. El objetivo es conseguir nutrir el sustrato lo mejor posible para que cuando llegue el momento de plantar las semillas éstas crezcan fuertes y sanas.
Si quieres garantizar el mayor éxito en nutrientes, es recomendable elegir el lugar donde vas a plantar las semillas, cavar para extraer la tierra y mezclarla con el abono. Una vez que el sustrato esté preparado, lo devolveremos y lo taparemos con un plástico negro. Esto evitará malas hierbas y barro por lluvias, a la vez que preservará la calidad del sustrato enriquecido. El mismo proceso podemos aplicarlo a las macetas o a las bolsas de cultivo siempre y cuando utilicemos tierra sin enriquecer previamente.



