El Cultivador

54 activismo Ahora mismo, como asociaciones, nos encontramos en la encrucijada de lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos o, más bien, podemos ser; y este es el gran reto que se nos plantea como sociedad civil en el próximo año. Redefinir qué queremos ser en el siglo XXI, cómo queremos enfocar la regulación del cannabis en nuestro país y cómo podemos contribuir a una política de drogas que ponga a las personas en el centro. ¿Esto significa el fin de los CSC? Pues el concepto de CSC no creemos que se acabe, pero sí que se modifique tal y como lo conocemos hasta ahora por varios factores, entre ellos, que ha dejado de ser un fenómenominoritario a ser uno extendido, por lo tanto, los parámetros a aplicar para una regulación deberían ser de carácter universal y eso hace que algunos preceptos del modelo de CSC tengan que adaptarse a esa universalidad, que no es más que una normativa que trate a todas las personas por igual y no contenga tintes que discriminen a personas o a grupos. ¿Pero es necesario perder la esencia para ganar esa universalidad? creemos que no, la propia naturaleza de esta planta puede contener una parte de la respuesta y la propia tradición de uso de la misma otra parte. A qué nos referimos cuando hablamos de la propia naturaleza de la planta: pues a la facilidad de poder cultivarla en prácticamente cualquier lugar del mundo. La cannabis es la planta de la gente, es fácil de cultivar, se puede encontrar información y recursos por doquier y está intrínsecamente ligada a los derechos de la tierra y la sostenibilidad. Por lo tanto, por la propia naturaleza de la planta, se hace difícil monopolizarla, y por su alto grado de entre todas hemos creado un modelo que tiene potencial para poder cubrir las necesidades de personas usuarias y no usuarias, ahora es momento de replantear su viabilidad en perspectiva regulatoria

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