El Cultivador

Las muestras deben situarse sobre una superficie que esté limpia y preferiblemente sea blanca, y es que se persigue a toda costa que el proceso de cata se realice en un ambiente lo más neutro y aséptico posible, libre de otros estímulos sensoriales que puedan distraer los sentidos de los catadores. Las muestras deben permanecer aisladas unas de otras y perfectamente identificadas (en ocasiones con números, códigos de barras…). Ni qué decir tiene la importancia de la buena disposición del catador. Con esto nos referimos muy especialmente a la limpieza y, de nuevo, asepticidad con que desempeña su labor: tanto la boca, como las manos y la nariz, han de estar limpias e higienizarse entre la cata de cada muestra, a fin de evitar cualquier contaminación de olores y sabores, que puedan inducir a equívocos. Se recomienda entre cada cata, hacer gárgaras de limpieza con agua fría –a unos 7 ºC– y lavar bien las manos, retirando cualquier residuo de resina y neutralizando olores. Asimismo, para poder apreciar adecuadamente los efectos, no deben consumirse antes ni durante el proceso, sustancias que puedan alterar la percepción del ganjier: sus sentidos son su instrumento. El método Una cata completa consta de dos tipos de cata: una cata organoléptica y una cata psicoactiva. La cata organoléptica está centrada en evaluar el aspecto, aroma y sabor de la muestra de cannabis. Esta cata se realiza en dos partes. En la primera parte, se testa la muestra en seco, es decir, antes de prenderla o calentarla. El ganjierha de usar entonces sus cinco sentidos: • La vista para observar las características del cogollo. Algunas de ellas son imprescindibles, como es la limpieza de la muestra. Si la flor se presenta con pelos de animal o con semillas, será valorado de forma negativa; puesto que, en ambos casos supone una falta de cuidado y, en el último, además indica la debilidad de la planta a la que pertenece la flor. La presencia de plagas o enfermedades, supondrán un golpe letal en la evaluación del cogollo. ¿La flor brilla o es mate? ¿Es compacta o se deshace en la mano? ¿Se aprecian los tricomas? Y, ¿en qué estado se encuentran? • El tacto para determinar la consistencia del cogollo. ¿Es duro o blando, seco o pegajoso, pesado o ligero, polvoriento…? • El oído para escuchar el ruido de la flor al ser presionada o abierta. ¿Es crujiente? • Y, por último, los dos sentidos inseparables, el olfato y el gusto, para concretar los aromas y sabores de la flor. Así, en seco, el ganjier huele la muestra antes y después de abrirla y grindarla y la dispone en la forma de consumo deseada para dar unas caladas a la muestra. En este momento, describe si es dulce, ácida, picante, afrutada, huele y sabe a madera, a incienso, a tierra o a queso…Los principales terpenos culpables de los aromas y sabores del cannabis están recogidos y codificados en una tabla muy difundida que sirve de guía al ganjier. En la segunda parte de la cata organoléptica, la valoración se realiza con 78 actualidad legal Cannabis bajo el microscopio (Caldwbr, CC BY- SA 4.0, Wikipedia) La variedad genética es uno de los principales aspectos a considerar, pues determina a su vez cuál es el aspecto de la flor ideal

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