El Cultivador

26 cultura cannábica esta se atempere. Mientras tanto, suelo apuntar el código de muestra, con la codificación elegida por la organización, a veces, “Rx” o “xR” o simplemente un número en una hoja de papel, donde voy tomando notas de cada una de las muestras de manera individual. Después de que el bote se haya atemperado, es momento de abrirlo, mirar y olfatear, tomar una nota rápida sobre el aroma y tomar una foto, cerrando el bote de nuevo. Sin contar con el aroma, de momento, que a veces, nada más abrir el bote, nos llega poco después que la imagen visual, ¿qué nos llama más la atención a primera vista, el color o la textura? Si es el color, podríamos decir que más clarito no tiene por qué ser sinónimo de mayor calidad en el conjunto global. Por ejemplo, un rosin de apariencia blanquecina podría estar falto de sabor, debido a una cosecha prematura de las plantas, frente a uno con un color más anaranjado con un sabor más completo. Desde blanco, amarillo, crema, ámbar, naranja, hasta beige, ocre e incluso marrón, en diferentes tonalidades e intensidades, son algunos de los colores del rosin. Es cierto que hay rosin de tonalidades verdes, o moradas, pero estos colores indican que la resina se ha teñido, probablemente por clorofila o antocianinas y otros compuestos, que al dabeardejan residuos y sabores nada agradables, y que difuminan y manchan el sabor final de la extracción. Aquí estamos mezclando la categoría de la apariencia con la del sabor, pero es inevitable. En este apartado, obviamente, nos fijaremos también en la limpieza de la muestra y la ausencia de contaminantes que pudiesen provenir directamente de quien ha participado. Hay que entender que puede haber contaminación indirecta y de forma involuntaria cuando, quien organiza el evento, divide las muestras para las diferentes personas que vayan a valorarlas. Es complejo manejar el rosin y es inevitable que algunas partículas puedan adherirse a la muestra durante la división. La energía electrostática de la resina de cannabis hace que esta atraiga todo tipo de partículas de polvo y fibras, pelos y otros elementos que haya en el aire y el ambiente. Ya que todo esto no puede evitarse, lo que sobre todo se busca es si hay partículas de contaminantes extraños, de materia vegetal o trozos pequeños de hachís. Puede ocurrir que cuando se haya hecho la prensada se haya roto la malla y el rosin haya quedado contaminado con hachís. Para poder ver este tipo de partículas tan pequeñas, que en la mayoría de las ocasiones son imperceptibles a simple vista, hago uso, sobre todo, de mi cámara y el objetivo de macrofotografía MP-E 65mm de Canon, con el que puedo hacer aumentos de hasta 5X veces la realidad y con el que veo y fotografío muchos detalles que, sin su ayuda, pasan desapercibidos. Hoy en día las cámaras de los teléfonos móviles tienen tal calidad que en muchos casos es posible ver estas partículas o contaminantes gracias a hacer una foto con el móvil, pero con el objetivo macro se ven mucho más allá y con una definición mucho mayor. Sobre las texturas de los diferentes tipos de rosin podríamos escribir otro artículo aparte. Es también complicado considerar que una textura es mejor que otra, sin embargo, en cierta forma, la textura de una muestra puede darnos pistas de cómo ha sido el proceso de extracción y el trabajo posterior con la misma. Desde texturas arenosas a cristalinas, pasando por diamantes en su salsa, texturas cerosas, polvorientas, pegajosas, muy líquidas, jugosas, secas… estas son algunas de las formas en las que se presentan estas muestras. Son muchas las técnicas para hacer rosin y muchas las texturas posibles que, como ya hemos enfatizado, van a depender del material de partida y del proceso de homogeneizado y estabilización posterior. No es que una muestra con una textura homogeneizada sea mejor que una muestra de una prensada en fresco, con color clarito, pero es lógico pensar que hay más días de trabajo detrás de la muestra homogeneizada, debido a que ésta se ha tenido que procesar y estabilizar para conseguir dicha textura. Tratar de averiguar cómo ha sido el proceso para llegar a una u otra textura o colores es muy complicado, aunque a veces es posible intuirlo para tratar de entender la cantidad de trabajo que hay detrás de cada muestra. En definitiva, valorar muestras de rosin por su apariencia puede ser más intrincado de lo que parece. Son muchas variables para tener en cuenta y, al final, en las votaciones globales, suele ser la categoría que menos peso tiene en el total. Lo dejamos aquí para continuar en el siguiente artículo, donde desarrollaremos cómo valorar el aroma, trataremos sobre la importancia de la temperatura y de la limpieza de los elementos utilizados para evaluar el sabor de las muestras y discutiremos sobre si el efecto es una categoría necesaria o no en este tipo de competiciones. ¡Hasta la próxima, sigamos aprendiendo porque nunca es suficiente! nos fijaremos también en la limpieza de la muestra y la ausencia de contaminantes Una muestra con textura más seca, que parte con el dabber Tras una o dos batidas, la misma muestra queda homogeneizada y con una textura más jugosa A simple vista no se veía, pero con el objetivo macro se ve algún pequeño contaminante

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