El Cultivador

59 OECCC –con la criminalización de toda la cadena–, imposición de penas incluso al consumo, al punto de que, en muchos países, rige la pena de muerte para delitos vinculados a drogas. La responsabilidad común y compartida, como principio de cooperación internacional, nunca ha sido respetada. Los países ricos del norte siguen siendo el gran mercado consumidor que genera la demanda y los países pobres del sur los que, en la división internacional del trabajo, se han dedicado a la producción y elaboración primaria. Las terminales de lavado de dinero, en las que las ganancias se vuelven legales, están radicadas también en el sistema financiero –aunque no solo– de los países del norte. Las consecuencias de ello: hemos visto un aumento de la violencia de las organizaciones criminales que se disputan mercados y rutas, pero también del Estado y las fuerzas represivas. Asistimos a la congestión de cárceles y sistemas judiciales abarrotados por delitos vinculados a las drogas y una larga violación de garantías y derechos humanos en nombre de la lucha contra “el flagelo”. Llamativo latiguillo de corte moralista, que evita analizar la larga historia del uso de sustancias vegetales, cultural y religioso, que forma parte de la civilización y cuyo carácter problemático ha venido, en parte, a través de su mercantilización. Es cultural no solo de los pueblos originarios. Toda la civilización judeocristiana ha consagrado la vid y el vino como sagrados (y vaya si tenemos un problema con el alcohol), pero además ha sostenido una concepción piadosa del “pecador” o “pecadora”. Se trata de una comprensión de la condición humana que, como tal, tiene debilidades, placeres y goces, que, si bien algunos no están aceptados por la religión, otros forman parte de esa, nuestra condición humana. Solo el Santo Oficio de la Inquisición pretendió abatir con la flagelación de esos “demonios” y quedó inscrita como un capítulo nefasto de la historia de la Iglesia Católica. Unido a ello, la única propuesta sanitaria y de prevención de consumos problemáticos consiste en la abstinencia absoluta. Han sido un tabú (imposible de debatir e incluir como alternativas posibles) los enfoques y prácticas de reducción de daños y gestión de riesgos que conciben el problema con una óptica vincular y pragmática. Ello a pesar de los programas exitosos que se instrumentaron en varias ciudades europeas cuando se dio la epidemia de heroína en la década del 80, o de la positiva evaluación de ONU SIDA del freno que significaron los programas de intercambio de jeringas en población usuaria de drogas para reducir las muertes por sobredosis o la infección de sida generalizada. En el debate en los organismos internacionales y multilaterales de drogas, ha habido una resistencia insólita a admitir en su léxico el texto de “reducción de daños”. El enlace para ver el congreso se puede encontrar en: bit.ly/3QfzX6u. Más información: encuestacannabis.com Bibliografía ● II Congreso Científico Internacional Cannabis sativa en la Universidad Autónoma de Barcelona, España. “Hacia una ley del cannabis medicinal y terapéutico. Aportaciones a la subcomisión del Cannabis Medicinal del Congreso de los Diputados, España”. Organiza: Unidad de Políticas de Drogas (UAB), Fundación ICEERS y OECCC (Cannabis Research Institute, 11 de abril de 2022). A todas las personas que han mantenido el milenario uso terapéutico y medicinal del cannabis. A todo el personal sanitario que respeta el juramento hipocrático y mantienen la salud y la vida del enfermo como su principal preocupación. A todas las personas que en un esfuerzo anónimo nos han traído hasta aquí. En el camino empleamos décadas. Ya estamos cerca. Las terminales de lavado de dinero, en las que las ganancias se vuelven legales, están radicadas también en el sistema financiero —aunque no solo— de los países del norte

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