El Cultivador 2

mundo cannábico 68 italiana considera el cannabis como droga dura: su con- sumo es un delito, traficar es un delito, cultivar es un de- lito. Incluso pasarle un porro a otro es un delito. Se aplican multas muy severas incluso a los que no tienen anteceden- tes: suspensión del pasaporte o la licencia de conducir y re- habilitación forzosa son las normas para los que se les imputa por drogas por pri- mera vez en Italia. Sin em- bargo, fumar yerba o hachís es un hábito diario normal en la vida de muchos italianos, y la cultura del cultivo para consumo propio se expande a pasos agigantados, ya que la gente se ha cansado de con- fiar en el crimen organizado que les provee el cannabis. El mercado cannábico en Italia (importación, distribu- ción y venta) está mayor- mente en manos del crimen organizado. Los tres mayores sindicatos criminales italia- nos (mafia, camorra y ndrangheta, que operan en Sicilia, Nápoles y Calabria respectivamente), organizan la importación de hachís de Marruecos y Asia, y la yerba de Albania. Algo de yerba se produce a escala comercial en el territorio italiano, mayori- tariamente en Sicilia y Cala- bria. Estos son los productos disponibles en las calles y plazas de todas las ciudades italianas, desde Turín a Roma y todo el recorrido hasta el sur, Palermo. El hachís es el producto de importación de elección de la mayoría de los al menos 6 millones de italia- nos son fumadores habituales

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