En ambos casos, se realizó un cuestionario después del experimento en que se analizaban los siguientes síndromes de estados alterados de conciencia: alucinaciones visuales, deterioro de la memoria y la atención, cambios en la imagen corporal, síndrome de despersonal ización, síndrome de desrealización, estado eufórico, estado ansioso-depresivo y delirio. También en ambos casos, se pusieron de manifiesto las diferencias significativas entre los efectos del placebo y la DMT; mientras que las existentes entre el delta9-THC y la DMT no resultaron reseñables salvo en lo respectivo a las ilusiones o alucinaciones ópticas, para las cuales el efecto de la DMT es más fuerte. El trío alemán advirtió, asimismo, la existencia de efectos secundarios somáticos de la DMT, que resumieron en problemas respiratorios subjetivos, mareos y debilidad. Tan solo un año más tarde, en 1977, Bickel, Dittrich y Schoepf publicaron un tercer estudio controlado en que investigaron los efectos de la DMT, pero en esta ocasión lo hicieron mediante pruebas objetivas y de desempeño que miden el psicoticismo según Eysenck. Sus resultados, según afirmaron, probaron “la hipótesis de que los sujetos tratados con DMT (26), difieren de los que reciben placebo (12) de la misma manera que los psicóticos endógenos difieren de los normales”4. Rick Strassman, investigando desde los noventa En la década de los noventa, Rick Strassman, reputado investigador en psiquedélicos, inició su investigación en DMT. En una de sus primeras investigaciones publicadas, un estudio con doble ciego5, trató de averiguar los efectos de la DMT sobre el sistema neu r oendo c r i no , au t ónomo y 69 pensamiento psiquedélico Dependiendo de la dosis de DMT, esta eleva la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la temperatura rectal y, como muchos saben, el diámetro de la pupila Pixabay El cerebro humano (Fabio ramirez, CC BY- SA 3.0, Wikipedia)
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