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Muchas de las variedades de cannabis comercial han sido diseñadas específicamente para su cultivo en interior mediante luz artificial produciendo plantas que no se estiran demasiado en floración y con una estructura que permite poner el máximo número de plantas por metro cuadrado sin que se tapen unas a otras. Pero no todas las variedades funcionan igual, y cuanto más sativa es la dominancia del híbrido, mayor será su estiramiento en busca de la luz. Si somos amantes de las sativas puras, no quedará más remedio que aplicar ciertas técnicas de poda para acabar con un jardín algo más “domesticado”
Fotos y Texto: Luis Hidalgo
Cuando plantamos en exterior, ya sea directamente en tierra o en grandes contenedores, no nos suele preocupar en exceso la estructura de las plantas, siendo más importante la fecha aproximada de cosecha, por ejemplo. Ello se debe a que no suele haber escasez de espacio y a que disponemos de potencia lumínica de sobra, la del Sol, por lo que el hecho de que sean más índicas o más sativas no tienen más importancia que la preferencia o elección del cannabicultor. En caso de estiramientos indeseados o exceso de altura simplemente se podan las puntas para ajustar aquella y poco más.
Como decíamos, al tener luz de sobra y mucho espacio para la raíz, además de una buena tierra, las plantas crecen a un ritmo endiablado y florecen con gruesos cogollos que por pequeños que sean, siempre serán más grandes que en un cultivo de interior, y es aquí donde nos encontramos con la gran diferencia. Por un lado, la electricidad para las bombillas cuesta dinero, mientras que el Sol es gratis. Por otro, el espacio para las plantas suele ser bastante limitado y también lo suelen ser los contenedores o macetas que se utilizan en cultivo indoor, e incluso con sistemas hidropónicos o aeropónicos de alto rendimiento que, en principio, no limitan el espacio para el sistema radicular, siempre acabamos dependiendo de la altura máxima del cultivo.
Aprovechando los recursos
Es por lo anterior, por lo que los cannabicultores de interior con más experiencia optimizan al máximo el espacio de cultivo bajo el foco para aprovechar la luz de la mejor manera posible y ello implica casi siempre alguna que otra poda a lo largo del ciclo vital de las plantas. Como veíamos en el capítulo anterior, dependiendo del fenotipo de los ejemplares que estemos cultivando y su respuesta a la intensidad de luz que estemos utilizando se podará de distinta manera, pues no es igual una índica pura con estructura columnar y poca o nula ramificación que un sativa de ramas largas y desgarbadas con innumerable brotes secundarios.
Precisamente son de estos dos fenotipos, el sativo-índico y el sativo-sativo los más “indomables” en el cultivo de interior debido a sus mayores requerimientos de potencia de luz y a su estructura de por sí “estirada”, además de una producción bastante más escasa que la de los híbridos con dominancia índica.
Si a ello le sumamos unos tiempos de cultivo mayores (60 días de las índicas contra 120 o más de las sativas puras) seguramente nos preguntaremos por qué cierta gente cultiva este tipo de variedades y la respuesta es sencilla: un muy especial efecto psicoactivo que no se encuentra en las índicas. Sin embargo, aunque esta psicoactividad “diferente” parece justificar una mayor inversión en tiempo, dinero y esfuerzos y una baja producción, ésta se pude mejorar precisamente a base de aprovechar las características morfológicas de las sativas para que los recursos de los que disponemos para su cultivo, sobre todo espacio y luz, sean aprovechados de manera óptima.
En el cultivo de híbridos sativo-índicos en interior se suele utilizar la poda de la punta apical como poda básica, lo que provoca un ralentización del crecimiento vertical en favor del horizontal, de manera que las plantas quedan con una estructura que puede llegar a ser más ancha que alta. Además en la punta se encuentra un “señalizador” que impide al resto de las ramas superar en altura a la principal con lo que al eliminarla, el resto de puntas se acabarán igualando en altura con el tiempo con el consiguiente aprovechamiento de la luz.
Teniendo en cuenta que los híbridos con dominancia sativa se les suele dar un vegetativo bastante corto, resulta conveniente cortar la punta principal en cuanto la planta vaya por el cuarto o quinto nudo, de forma que al comenzar la floración las ramas superiores ya se hayan equilibrado en altura. Este tipo de variedades admiten bien la poda de ramas y hojas durante toda su vida, por lo que podemos esperar a que se hayan desarrollado bien para realizar la poda de bajos (ver número anterior) aunque ya hayan entrado en floración. De hecho, ellas mismas suelen comenzar una “autopoda” a partir del segundo tercio de la floración a base de irse desprendiendo de las hojas principales más bajas y antiguas por sí misma aligerando así la vegetación sobre todo por la parte interior.
Sativas y poda FIM
En las sativas-sativas se lleva al extremo todo lo anterior, ya que sus necesidades de luz y espacio son aún mayores pudiendo llegarse a dar el caso de llenar un metro cuadrado con sólo dos plantas completamente estiradas con distancias intermodales de diez centímetros o más. La poda apical resulta indispensable en la mayoría de los casos para controlar su altura y también se suelen podar las puntas de las ramas secundarias que se estiren en exceso. Los más experimentados realizan la denominada poda “FIM” para aumentar el número de ramas superiores con respecto a las inferiores. Este tipo de poda también se puede realizar en los ejemplares sativos-índicos con mayor dominancia sativa, lo que podremos reconocer por la anchura de sus foliolos y su estructura general más abierta y desgarbada
Se desconoce el origen exacto de este tipo de poda, pero la primera referencia escrita sobre ella apareció en el siglo pasado en el hoy desaparecido foro de cultivo en internet, Overgrow.com, en 1999. Se trata de una técnica de poda actualmente muy implantada fuera de nuestro país y aquí cada vez se aplica más a medida qua aumenta la experiencia de los cannabicultores y se va plantando variedades más sativas.
Según la persona que publicó la técnica, su nombre FIM son las iniciales de la expresión “Fuck I Missed” que se podría traducir al castellano como “Vaya, me equivoqué” o “Coño, la jodí” y se basa en uno de esos descubrimientos accidentales que suceden en ocasiones al cometer un error. En este caso, parece que al hacer una poda de la punta apical el cannabicultor no cortó completamente la yema dejando como un 10% sin podar, con la consiguiente sorpresa de que tras el tiempo habitual de recuperación de la planta habían aparecido en la punta cortada cinco nuevos pequeños brotes que después crecieron perfectamente como ramas aumentando la superficie de cogollos superiores.
Tras reproducir el error a propósito, ahora como experimentación para corroborar el fenómeno se ha podido comprobar que en aproximadamente el 70% de las veces que se realiza esta poda se consigue producir de tres a siete ramas principales en la parte superior de las plantas. La única dificultad que tiene la técnica se limita a conseguir dar el corte de la punta en el lugar preciso. Para conseguir un buen desarrollo es conveniente hacer la poda en plantas de semilla en vegetativo, entre el cuarto y el séptimo nudo, o sea, desde que la planta ha producido el cuarto par de hojas reales hasta un máximo de siete nudos. Haremos el corte con un cutter u hoja de afeitar con el fin de que resulte lo más limpio posible desinfectándolo antes con alcohol e intentando seccionar entre el 75% y el 90% de la yema de un tajo limpio y certero. En cualquier caso, tras la recuperación pueden pasar dos cosas: una, fracasamos y sólo salen dos puntas o incluso continúa una sola o dos, acertamos y ahora del callo formado comienzan a diferenciarse varias brotes que en unos días continuarán con un crecimiento absolutamente normal, convirtiéndose en multitud de ramitas que más tarde en floración se transformarán en cogollos principales.
El sistema SCROG
Vamos ahora a comentar una de las técnicas de cultivo, combinación de poda y guiado, más extendidas para el cultivo de sativas en interior y que puede aplicarse a la práctica totalidad de las variedades sativa-sativa y a muchas de las sativa-indica, siendo el principal requerimiento a nivel de fenotipo que sean plantas de ramas largas y estiradas con tendencia a buscar la luz y usualmente de ciclo largo, lo que implica un mínimo de 90 días de floración.
El objetivo de un SCROG (SCreen of Green o pantalla verde) no es otro que aprovechar al máximo la superficie disponible para el cultivo de manera que la luz alcance con suficiente intensidad a la mayoría de las puntas de las ramas que más tarde se convertirán en cogollos, dejando dos capas, una por debajo de la malla donde se desarrolla el tallo y la mayoría de la masa vegetal (hojas) y otra capa por encima de ella compuesta completamente por puntas de crecimiento/cogollos.
Para conseguirlo hay que tutorizar o guiar las largas ramas sativas desde casi el principio de su desarrollo con la ayuda de una malla o red que se coloca a una determinada altura sobre las plantas que puede ser entre 20 y 30 centímetros. y en la que se van entrelazando aprovechando los huecos de la red. Normalmente se suele comenzar con una poda apical o una FIM para multiplicar ramas, aunque en este caso no se podan las puntas de las ramas secundarias que serán guiadas por la malla. La jugada está en que se utilizan muy pocas plantas pero se alarga su vegetativo de manera que con 3 ó 4 plantas podemos llegar a cubrir un metro cuadrado a base de crear una canopia en toda la parte inferior y hacer que todas las puntas de crecimiento, incluidas las de las ramas más bajas alcancen la luz directa del foco.
Como decíamos, ya en vegetativo podamos puntas y en cuanto las plantas alcancen los 10–15 centímetros colocamos la red que nos servirá de guía y que debería tener unas aberturas de 1 a 4 centímetros de lado. Recordamos que la red estará unos 30 centímetros por encima de la base de los tallos. Dejamos las plantas crecer y cuando las puntas alcancen la red haremos una poda de bajos y empezaremos a “engancharlas” a ella. Mantendremos las plantas unos diez o quince días más en vegetativo mientras continuamos subiendo puntas de ramas a la vez que mantenemos todo el resto de la vegetación bajo la malla y cuando ésta haya cubierto aproximadamente el 50% de la superficie de cultivo podemos ponerlas en floración, teniendo en cuenta que aún crecerán hasta el doble o el triple de su tamaño en ese momento.
Si todo se realiza correctamente acabaremos teniendo un tapiz verde del que emergerán multitud de puntas de crecimiento en busca de luz y sin ningún obstáculo ni hoja que les haga sombra. Cada una de esas puntas será un cogollo de volumen medio pudiendo llegar a las 100 ó 200 puntas por metro cuadrado dependiendo de la intensidad lumínica utilizada en el cultivo.
En el próximo capítulo nos centraremos en el SuperCropping, otro sistema de poda y guiado de alto rendimiento que nos permitirá exprimir los gramos de nuestras plantas. Un saludo
Glosario
Dominancia: Superioridad de un carácter hereditario sobre otros de expresión parecida y de un conjunto de caracteres sobre otro conjunto, como por ejemplo las características que diferencian una sativa de una índica y que pueden prevalecer en distinto porcentaje en la descendencia híbrida.
Morfología: Aspecto general que muestra la planta siempre a nivel visible, lo que incluye estructura, tipo de hoja, grosor de las ramas y forma y tamaño de las flores. Se puede utilizar en sustitución de “fenotipo”.
Señalizador(es): Componentes hormonales que se pueden encontrar en distintas partes de la planta y que controlan, inician o frenan determinados cambios metabólicos responsables de los diferentes estados y etapas de la vida de la planta como la floración, el tamaño de las ramas secundarias o el momento de la maduración.