Una droga ilegal, el cannabis, es el único alivio de los cerca de 60.000 pacientes con dolor crónico, náuseas por quimioterapia o epilepsias ingobernables. A pesar de los demostrados efectos beneficiosos, en España no hay manera regulada de adquirirlo para uso terapéutico. El mercado negro o los clubes de consumo son la única opción. Un muro legislativo, que solo el Congreso puede modificar, les aboca a consumir preparados caseros sin garantías.
En España está permitido el consumo privado y poseer dosis para uso personal. Los clubes de consumo están en la frontera de la legalidad. Allí se consume y se venden cantidades mínimas. Hay unos 1200, muchos combinan el consumo lúdico y el terapéutico. Solo uno, en Madrid, está por completo especializado en el uso medicinal. “Es necesario cambiar la regulación del cultivo, acceso y tenencia. Los pacientes acceden a la sustancia en clubes, pero no pueden transportarla ni consumirla donde necesiten”, explica a El Independiente Bernardo Soriano, de S&F Abogados y portavoz de Regulación Responsable. Los enfermos se exponen a multas de entre 600 y 3000 euros.
Quieren acabar con el estigma y criminalización que les supone medicarse
Esta semana el Parlament catalán aprobaba la Ley de las asociaciones de consumidores de cannabis, un texto que legaliza el cultivo de esta droga sujeto al autoconsumo de los socios de esos clubes. Parece un pequeño triunfo pero quedará en nada. “El Tribunal Constitucional lo tumbará. Así sucedió cuando el PP recurrió en 2014 la disposición vasca y navarra y quedaron suspendidas por el Constitucional”, explica. “Un parlamento autonómico no puede regular una competencia que es del Estado. El trabajo hay que hacerlo en el Congreso de los Diputados porque la regulación de la distribución y consumo de cannabis tiene que ver con la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, la Ley de Estupefacientes y el Código Penal”, argumenta.
Los colectivos especializados en consumo terapéutico reclaman al gobierno una regulación hecha a la medida de sus necesidades. Quieren acabar con el estigma y criminalización que les supone medicarse. Piden que lo dispensen en farmacias, que los preparados de la planta sean seguros y estandarizados y que el sistema sanitario se encargue de costear los controles de calidad. “Hemos presentado una Proposición no de Ley con Ciudadanos para la regulación del cannabis medicinal. PP y PSOE se negaron. Al menos salimos con el compromiso de abrir una subcomisión en el Congreso. Pero aún estamos esperando fecha”, dice Carola Pérez, fundadora de Dosemociones. Ella se rompió el cóccix de niña cuando patinaba. A los 18 años se lo extirparon. Le dañaron los nervios durante la operación y desde entonces sufre dolor neuropático.
Los aceites llevan cannabinoides combinados en una proporción tal que no produce colocón
A sus 38 años acaba de salir de su duodécima operación. “Me han reconstruido la espalda y tengo 110 puntos. Casi no he usado morfina. No quiero, después de la adicción a los opiáceos que sufrí. Estoy más cómoda con las vaporizaciones de cannabinoides”, explica. Dejó a un lado los opiáceos y mórficos cuando hace 6 años comenzó a utilizar cannabinoides. Primero probó infusiones. Hoy consume un aceite sublingual en el que predomina el CBD (de efecto sedante e inhibidor del dolor), THC (la molécula psicoativa que aprecian aquellos que usan el cannabis con carácter lúdico) y CBN (ayuda a conciliar el sueño y palia el dolor). Este último cannabinoide lo compra fuera de España. Los toma combinados en una proporción tal que no produce colocón y potencia sus propiedades beneficiosas.
En los clubes se realiza casi todo el proceso de fabricación en laboratorios caseros. Son apaños artesanales, cada vez más profesionalizados. A partir de los cogollos y la flor preparan mantequillas o aceites para vaporizar. El consumo con fines terapéuticos es oral o sublingual. Nunca fumado.
Las asociaciones suelen tener algunas variedades de marihuana destinadas exclusivamente al uso terapéutico. Las cultivan socios con largos años de experiencia en obtener cannabis de características adecuadas para consumo medicinal. El paciente se ve forzado a consumir sin garantías, confiando en las buenas practicas de la persona que prepara los productos y cultiva las plantas.
Los análisis de pesticidas y metales pesados de la planta son pagados por las propias asociaciones; rondan los varios miles de euros por muestra analizada. “Acabo de volver del laboratorio de Madrid Salud para entregar 10 muestras de los dispensarios. Nos cuesta 2500 euros con descuento y convenio. Los pacientes no tenemos subvenciones ni ayudas para este fin. La asociación sobrevive a base de donaciones”, cuenta Carola, que solo puede tumbarse boca abajo hasta el fin del posoperatorio.
El paciente se ve forzado a consumir sin garantías, confiando en la persona que prepara los productos
Los médicos que apoyan este movimiento de legalización de venta para uso medicinal ayudan a encontrar la dosis más adecuada a la dolencia de cada paciente. Comprueban antes si existe alguna contraindicación para el consumo de la sustancia, como antecedentes personales o familiares de esquizofrenia u otras enfermedades psicóticas, ya que contribuye a su debut en personas con predisposición. También estudian si la medicación que el paciente toma es compatible con el cannabis. Van probando distintas dosis y combinaciones hasta que dan con la adecuada. El remedio artesanal permite a los pacientes aparcar el dolor. Se encuentran mejor, duermen y les cambia el humor.
Sativex, de la británica GW Pharmaceuticals, es el único medicamento derivado de cannabis comercializado hoy en día en España. Se receta a enfermos de esclerosis múltiple. Disminuye los dolores y los espasmos. Cuesta 510 euros y no lo cubre la seguridad social. El medicamento incluye THC combinado con CBD. Aquellos con otras enfermedades que se pueden beneficiar de los efectos de este fármaco, como el dolor crónico o la artritis, lo usan con reservas porque la aplicación como spray bajo la lengua tarda más de media hora en hacer efecto. Cuando el brote de dolor es agudo no pueden esperar. Carola ha sufrido picos de dolor que la han hecho perder el conocimiento. “Cuando necesito un rescate utilizo la vaporización”, explica. El precio también es considerablemente más bajo, ronda los 35 euros.
La marihuana contiene más de 400 moléculas que están bajo la lupa de las farmacéuticas y los científicos. Son muchos los proyectos de investigación con financiación pública y privada que buscan el mejor uso terapéutico de los cannabinoides, sobre todo en España, Reino Unido e Italia. “En la Sociedad Española de Investigación de Cannabinoides somos más de 100 socios de 30 grupos de investigación”, comenta el bioquímico Moisés García, que ha investigado en busca de cannabinoides para tratar enfermedades neurodegenerativas.
Mejoría espectacular en epilepsia infantil
“Estamos viviendo un momento muy bueno, con la industria interesada y ensayos clínicos en perspectiva”, señala optimista Javier Fernández Ruíz, miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas. Desde hace 20 años estudia el potencial neuroprotector en enfermedades neurodegenerativas con componente motor, como esclerosis lateral amiotrófica, parkinson, ataxias y corea de Huntington. “Logran que la progresión de la enfermedad sea más lenta”, advierte.
GW está haciendo un ensayo clínico con niños con epilepsia que no responde a los fármacos habituales. Están probando Epidiolex, un medicamento huérfano compuesto de CBD puro. “Los primeros resultados muestran una mejoría espectacular, de casi 20 convulsiones diarias a cero“, asegura este catedrático de bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense .
Reducir el daño de los bebés a los que les falta oxígeno al nacer es una de las posibles utilidades del cannabinoide CBD. “La hipoxia isquémica suele producir daños irreversibles o la muerte”, explica José Martínez Orgado, Responsable del servicio de Neonatología del Hospital universitario Clínico San Carlos. Un millón de recién nacidos al año mueren de esta manera en el mundo.
Lo han probado ya con animales de laboratorio y los resultados son buenos. Utilizan CBD inyectado. Lo suministra la farmacéutica GW, los mismos que fabrican Sativex, y con los que tienen un acuerdo de colaboración para iniciar un ensayo clínico el año que viene. Participarán varios hospitales de EEUU y Europa.
“Hoy en día el único tratamiento que evita parte del daño es enfriar al bebé, pero solo beneficia a aproximadamente la mitad de los niños si se aplica como máximo 6 horas tras el parto”, asevera. “Lo observado con animales nos indica que si la hipotermia se combina con CBD beneficia al 100% hasta 18 horas después del nacimiento”, indica.
¿Dónde estaban escondidos? Los cannabinoides son tan perfectos’
“Creemos que actúan tan bien paliando las agresiones al cerebro porque el ser humano los sintetiza de manera natural. Son parte de nuestro sistema antiinflamatorio”, ilustra. Comenzó a estudiarlos por casualidad en 2005. “¿Dónde estaban escondidos? Son tan perfectos. Como neurocientífico creo que son el futuro”, pensó.
El cáncer está en el punto de mira de los científicos que investigan la utilidad de los cannabinoides. Desde hace tiempo se utiliza el THC y el CBD para paliar la náuseas y asimilar mejor los alimentos en los pacientes que están recibiendo quimioterapia. El Sativex, que en España se usa para esclerosis múltiple, en Canadá está indicado para este tipo de náuseas.
Actualmente las investigaciones se centran en la capacidad antitumoral de los cannabinoides. Sin embargo, “los cannabinoides que estamos usando son moléculas naturales no patentables, por eso las farmacéuticas no están especialmente interesadas”, considera. Además, “llevar a cabo una investigación clínica, con pacientes, con compuestos derivados del cannabis es un lío. Los derivados del cannabis está catalogados en la lista 1 de sustancias psicotrópicas de la ONU, junto a la cocaína o la heroína. Es complicado obtener los permisos de importación y almacenamiento”, relata.
“En modelos animales hemos visto que inhibe el crecimiento de tumores de distinto tipo y se han averiguado los mecanismos moleculares que conducen a ello”, explica Manuel Guzmán, bioquímico del Observatorio Español de Cannabis Medicinal. “En humanos poco se sabe. El único ensayo clínico que se ha hecho fue en 2006. Lo hicimos en colaboración con el Hospital Universitario de Tenerife con pacientes terminales con tumor cerebral. Observamos ligeros efectos en el crecimiento tumoral, pero nada concluyente. Ahora estamos preparando otro”, apunta. En proceso está otro ensayo en Inglaterra; una vez más la farmacéutica GW está combinando el tratamiento estándar del glioma con THC y CBD. Y acaba de empezar un ensayo en Israel con tumores sólidos.
Mientras la investigación avanza, los pacientes han saltado la muralla de leyes que les impide acceder a la sustancia que les alivia y se han visto forzados a desarrollar dotes de alquimista. Si el dolor no les ha doblegado tampoco lo harán los políticos.