Cantabria se suma a regiones que ya han dado un paso al frente para abordar esta normativa, abriendo de nuevo un debate que tarde o temprano tendrá que llegar a Asturias
Euardo Van den Eynde subió ayer a la tribuna del Parlamento de Cantabria para defender ante sus colegas un asunto muy particular: la necesidad de instar al Estado a que regule el uso terapéutico del cannabis y, contra todo pronostico, logró que sus señorías, todas y cada una, apoyaran su iniciativa.
Van den Eynde (Santander, 1959) comenzó a consumir marihuana con fines médicos hace tres años cuando le comunicaron que el cáncer de pulmón que le habían diagnosticado dos años antes, y que creía tener controlado, no se daba por vencido. Desde entonces, un porro cada noche no solo le ha ayudado a combatir las nauseas que se apoderan de uno cuando debe someterse a un ciclo de quimioterapia (hace un mes que Eduardo terminó el último, y van nueve), también le ayuda a dormir, a luchar contra el insomnio que le producen los medicamentos, y calma la ansiedad; un monstruo que se apodera de cualquiera que se ve obligado a luchar contra una enfermedad que, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), padecerá una de cada tres personas.
Él fue el que hace unos meses, en medio de un nuevo tratamiento, hizo pública una carta reclamando la legalización urgente del consumo terapéutico de cannabis y quien logró que en solo unas semanas la maquinaria parlamentaria, tan perezosa en ocasiones, se pusiera en marcha. Ayer, desde la tribuna, defendió la necesidad de aparcar los prejuicios y de comprender que, que de la misma manera que hoy nadie imagina la medicina sin la utilización de opiáceos cuando se considera necesario, lo mismo debería ocurrir con la marihuana. «Somos cerca de 50.000 los enfermos que en España lo usamos en la clandestinidad, obligados a movernos en mercados irregulares y arriesgándonos que un buen día nos pillen de camino a casa con el material y nos metan una multa de entre 600 y 10.000 euros. Soy optimista, creo que la regulación llegará, pero nuestra obligación es luchar para que sea cuanto antes».
Arrastrados por la fuerza de Eduardo Van den Eynde, Cantabria se convirtió ayer en la sexta comunidad autónoma que da un paso al frente para conseguir la regulación de los clubes sociales de cannabis y la legalización del uso terapéutico de esta sustancia. Antes lo han hecho País Vasco, Valencia, Cataluña, Navarra y Baleares, aunque la cosa no está siendo sencilla. En el País Vasco el Parlamento aprobó la Ley de Adicciones el pasado mes de abril incluyendo un apartado que reconoce a los clubes sociales de cannabis, pero el Gobierno de España no tardó en recurrirla. También en Navarra disponen de una Ley Foral de las Asociaciones de Cannabis que fue recurrida por la Administración del Estado inmediatamente después de su aprobación y hoy espera paciente un dictamen del Tribunal Constitucional. Por su parte, el Parlament de Cataluña anda enfrascado en desarrollar una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), ya aprobada, sobre la regulación de las asociaciones cannábicas. El último en inscribirse en este selecto club ha sido el Gobierno Balear, que a finales del año pasado acordó promover la regulación específica de la actividad de estos colectivos sociales y el cultivo, «desde una perspectiva de salud pública, con la creación de un registro para estas asociaciones». En Asturias, el debate aún no ha llegado a la Junta General.
Enormes paradojas
Desde que Eduardo Van den Eynde volvió a formar porros (cuando era joven lo hizo regularmente durante una temporada) se convertido en testigo de excepción de cómo los vacíos legales que existen en España provocan situaciones increíblemente paradójicas. «Yo he estado con médicos que me han reconocido que el cannabis me podía venir muy bien, pero que no que lo podían recetar».
Él es uno de los muchos que decidió acudir a uno de los más de 800 clubes que hay repartidos por España. En el suyo, que se llama Bolera del Besaya, te obligan a presentar informes médicos y a que su médico decida qué tipo de cannabis te podría venir bien. Ivan Palazuelos, su portavoz, defiende la labor que realizan en el club cántabro en donde 32 personas enfermas se surten gratuitamente. Ellos, como el resto, mantienen que desde su creación realizan un ejercicio de transparencia y se autorregulan ante la falta de una normativa clara, una demanda a la que las administraciones, aseguran, no terminan de dar respuesta. Eric Asensio, que representa a la Federación de Asociaciones de Usuarios de Cannabis de Cataluña (CatFAC) mantiene que la situación es tan increíble como que hoy en día te dieran permiso para abrir un bar pero no te dejaran vender cerveza.
Habrá que esperar a ver qué pasa con la propuesta no de ley sobre la regulación del uso medicinal de los productos derivados del cannabis presentada en febrero por Ciudadanos en el Congreso, a quien corresponde regular este asunto. Ellos aseguran que son optimistas.