Descubre qué es el "cannabis car"

14 junio, 2016

Este hombre de 61 años originario de Ohio, comenzó a utilizar el cáñamo para la fabricación de carrocerías. «Es más ligero y es más fuerte que el acero y la fibra de vidrio», dijo.

Inspirado por Henry Ford, quien en 1941 experimentó con un prototipo de vehículo elaborado a base de plantas y empujado por sus principios ecológicos, Dietzen invirtió cinco años en investigar y diseñar un vehículo que fuera hecho de cáñamo, según señaló a la agencia EFE.

El primer resultado es un automóvil deportivo, con diseño europeo de los años 60 y que funciona con gasolina, aunque su carrocería está hecha íntegramente de fibra de cáñamo que, además de convertirlo en un «modelo sostenible», lo hace más resistente que el acero.

«Es más ligero y es más fuerte que el acero y la fibra de vidrio», afirma este hombre de 61 años originario de Ohio, que asegura que en el futuro tiene previsto utilizar esta fibra para fabricar otras partes del vehículo.

El objetivo es hacer el automóvil «más verde» y sostenible del mercado, en la medida en que el proceso de producción es casi artesanal y los moldes son hechos a mano, evitando así la «importante cantidad» de gases contaminantes que se emiten durante el proceso de fabricación de un automóvil convencional.

«En un auto de gasolina, el 23 % del carbono que emitirá en su ciclo de vida viene del proceso de fabricación. En el caso de los automóviles eléctricos, el 46 % se genera durante su fabricación», revela Dietzen.

Agrega además que los «vehículos eléctricos son solo 33 % más verdes que los vehículos de gasolina» y estima por ello que en el mercado automotor se requiere apostar aún más por «alternativas ecológicas».

«El chasis, la tapicería, el capó, y todo lo que es plástico puede ser reemplazado por cáñamo», defiende Dietzen, cuya compañía Renew Sports Cars ya está desarrollando los primeros tres pedidos, todos hechos en el país por personas e incluso empresas que quieren apostar por «fuentes ecológicas de generación de energía».

A todos ellos les promete concluir el trabajo en su taller en Cayo Hueso en no más de tres meses y les ofrece flexibilidad en cuanto a cilindrada y tipo de motor, ya sea eléctrico o con combustible.

Señala que el precio de entrada es de 40.000 dólares, a los que luego se le añaden costes extras de acuerdo a los requerimientos del cliente.

Lejos de buscar el éxito económico en el otoño de su vida afirma que con su proyecto solo quiere aportar su cuota ante la «crisis climática» que afronta la humanidad.

«Mi esperanza es que la idea sea captada y que todas las otras compañías hagan lo mismo. Mi principal preocupación es la ecología», señala Dietzen, quien se muestra seguro que sus autos de cáñamo pueden ser una vía para extender el uso de automóviles más ecológicos en un 50 % que los vehículos actuales.

«Un auto eléctrico y un auto de gasolina cuyas partes puedan ser hechas con cáñamo será obviamente ecológico. Si añades combustible biodegradable, será el más ecológico en cualquier categoría, gasolina, eléctrico», explica.

Debido a que desde 1937 el Gobierno de Estados Unidos declaró ilegal la posesión de marihuana, Dietzen se ve obligado por ahora a importar desde China el cáñamo.

Convencido de las bondades del cannabis como tratamiento médico natural, el fabricante además produce una serie documental, de la cual ya tiene unos 45 episodios, en los que expone cómo esa planta «ha salvado vidas en el mundo», además de cómo varias industrias pueden ser más ecológicas si recurren al cáñamo.

«El cannabis es uno de los tratamientos naturales más efectivos contra el cáncer», destaca, tras matizar que no posee plantas de marihuana ni la consume.

Este ecologista que no cuenta con estudios de ingeniería o diseño se declara un amante de los autos deportivos europeos, en especial los de los años 50 y 60, cuyas formas, afirma, aluden a las curvas de una mujer, lo «único sexy en el mundo».

«No estoy preocupado en transformarme en el mayor fabricante de carros, sino en hacer crecer la compañía a una velocidad razonable», revela este emprendedor, quien reconoce que pasó muchos de sus «años más productivos vendiendo tontas computadoras».

Ahora todo se lo toma con más «filosofía» desde el paraíso que descubrió en Cayo Hueso, su lugar de residencia.

Por lo pronto, afirma haber sido contactado por un fabricante en Argentina y guarda esperanzas de que sus autos puedan circular en ese país o en Brasil.

«Cuando deje este pequeño globo azul quiero decir que al menos empecé a fabricar carros ecológicos», manifiesta.

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