Los capitales privados en EEUU están invirtiendo en la tecnología de los vaporizadores para cannabis y uno de los grupos beneficiados celebró por todo lo alto la «explosión» de este nuevo mercado con un crucero frente a Nueva York.
A nueve nudos de velocidad y con dirección a la Estatua de la Libertad zarpó un yate en el que iban como pasajeros los autoproclamados «pioneros» de la industria de vaporizadores de cannabis.
«Estamos tendiendo un puente entre el ‘vaping’ tradicional (de tabaco) y el cannabis. Hemos estando vaporizando y diseñando productos por diez años, y ahora debemos tomar esta experiencia y llevarla a la industria del cannabis», declaró el cofundador del Grupo Blinc, Arnaud Dumas de Rauly.
El festejo marcaba la primera ronda de financiación de Grupo Blinc, los organizadores del evento, una distribuidora de vaporizadores e incubadora de productos de cannabis.
«Esto está creciendo a toda velocidad», dijo Michael Scherr, CEO de la Asociación de Cannabis Estadounidense-Israelí, sobre un mundo que a la señas distintivas de las «startups» y el «tech» ha añadido el componente decisivo del cannabis y planea eliminar tabúes.
«Tradicionalmente las industrias de vaporizadores y del cannabis han hecho ‘lobbying’ a dos grupos: los vaporizadores a los republicanos y el cannabis a los demócratas. Tenemos los medios para paliar esa grieta, hemos presionado por años en Europa y en Estados Unidos», afirmó Dumas de Rauly.
El agasajo ocurrió anoche con Manhattan de trasfondo, y ofreció a los inversores, emprendedores y diseñadores del medio un crucero con DJ, buffet y barra libre.
Para aderezar las bebidas habían cápsulas de «cannabidiol»: un compuesto de cannabis en polvo, sabor naranja o frutos rojos, que pretende restituir sus beneficios terapéuticos sin los efectos psicoactivos.
En torno a mesas que emitían luz azul neón, los negocios coincidían con un aroma inconfundible. «Mejor llámame mañana, conozco la industria como nadie pero ahora no quisiera decir incoherencias», decía un emprendedor.
Pero sí hablaba sin tapujos David B. Goerlitz, «Antiguo Hombre Winston», según rezaba su tarjeta, es decir, modelo de esa marca de cigarrillos.
Al pasar una mujer lo detenía para tomarse una foto. «¡Lo amo! ¡Es el hombre Winston!», anunciaba emocionada. A decir de Goerlitz, esa fue su vida entre 1981 y 1988, por cien mil dólares anuales.
Los anuncios de aquella década lo muestran fumando frente a un glaciar, o haciendo rápel en un acantilado, acompañado del titular «Winston, lo mejor de América».
Tiene enfisema y problemas de vértebras. Su hermano murió de cáncer. Su reconversión al mundo de los vaporizadores traza la narrativa del producto y su beneficios.
«Asociaban fumar con ser macho y rudo, y yo hacía los anuncios. Las tabacaleras todavía gastan billones en marketing. Pero en 2009 llegó el ‘vaping’, que es 95 por ciento más seguro, ¿y ahora el gobierno de Estados Unidos quiere prohibirlo? Es una conspiración, es corrupción», declaró a Efe.
«El ‘vaping’ llegó y le pasó lo mismo que al cannabis, que el Gobierno no aceptaba hasta que vio los impuestos. Ahora quiere ilegalizar un producto que ayuda a millones a dejar de fumar», agregó el «Antiguo Hombre Winston».
«El tabaco son 4.700 sustancias, 43 son cancerígenas. Este vaporizador tiene sólo cuatro ingredientes. ¿Cómo comparas? Si estuviera en un edificio en llamas, preferiría saltar del segundo piso que del cincuentavo», agregó.
Dumas de Rauly es ya un veterano del medio, antiguo presidente de la federación francesa de vaporizar (FIVAPE, por sus siglas en francés), y ahora busca «que la explosión de los productos de cannabis vaporizados se dé en las mejores condiciones».
«Todas las instituciones financieras, los bancos, los fondos de inversión, no pueden permitirse trabajar con cannabis. Nosotros tenemos la suerte de trabajar la tecnología del cannabis, no estamos en el producto en sí ni tenemos sus restricciones», explicó a Efe.
Para él, el consumo actual de cannabis mediante vaporizador no emplea la tecnología adecuada, lo cual perjudica los beneficios de salud que él promueve en el producto.
«Los gobiernos en Europa -añadió- nos impiden educar a los consumidores, en Estados Unidos cada estado ha tomado el destino en sus manos respecto al gobierno federal. Mi deseo es que en Europa veamos lo que representa el cannabis para la salud», añadió.