El verano es, sin lugar a duda, la mejor época para el cultivo de autoflorecientes en exterior, ya que la climatología y la luz favorecen notablemente su desarrollo. Así que, estando en la época en que estamos y teniendo en cuenta que éste es un tema que no he tocado todavía en esta sección, me ha parecido oportuno hablar del cultivo de autos, especialmente en exterior. En la primera parte del artículo se tratarán algunos conceptos teóricos en relación al origen de estas variedades y, en la segunda, nos centraremos en los aspectos prácticos de su cultivo.
por Mari SH
Ruderalis, ¿especie o subespecie?
El tratamiento taxonómico del cannabis es algo intrincado aun actualmente, es decir, su clasificación biológica es algo que todavía se está debatiendo. Originalmente, Linneo (científico sueco del siglo XVIII considerado el padre de la taxonomía moderna) determinó que el género consistía en una sola especie, la Cannabis sativa L. Más tarde, Lamarck (naturalista francés de la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX) determinó que las variedades de cannabis de la India eran distintas al cáñamo común de Europa, y llamó a esta especie Cannabis índica Lam1. Desde entonces se han propuesto otras especies, pero sólo ha sido aceptada de forma general la Cannabis ruderalis Janisch, propuesta por Dmitri Yanishevski en la primera mitad del siglo XX.
Usualmente y a efectos prácticos, los cultivadores y usuarios de cannabis empleamos esta clasificación, que es la más comúnmente extendida y aceptada. Sin embargo, las consideraciones sobre la taxonomía del cannabis han ido cambiando a lo largo del tiempo. En la actualidad, algunos investigadores consideran que la C. ruderalis es una especie en sí, y otros que es una subespecie de C. sativa, considerando como C. sativa a aquellas variedades que no tienen capacidad de producir altos niveles de THC, o sea, al cáñamo.
Un poco de historia
En cualquier caso, en lo referente a la cannabicultura, esta genética es apreciada porque mediante la hibridación con otras variedades fotodependientes se pueden obtener ejemplares de cannabis psicoactivo autofloreciente como las semillas automáticas que encontramos hoy en día en el mercado. Según se explica en un artículo publicado en 2003 en la revista Cannabis Culture, los primeros experimentos documentados consistentes en el cruce de variedades de C. ruderalis y variedades psicoactivas los llevó a cabo Ernest Small de Agriculture Canada, en Ontario, durante la década de los 70 del siglo pasado con el fin de contribuir a propósitos de clasificación taxonómica2.
Durante la década de los 80, diversos cultivadores llevaron a cabo cruces y selecciones de variedades que autoflorecían. Una de ellas fue la Mighty Mite, que incorporaba en su genética el rasgo autofloreciente y conservaba su herencia psicoactiva. Mighty Mite se convirtió en una cepa popular para el cultivo exterior capaz de proveer una cosecha temprana ante la tradicional escasez que sufría el mercado de marihuana en British Columbia a finales de verano3.
Otras variedades que pueden considerarse antecesoras de las autoflorecientes que cultivamos en la actualidad serían la Rudelaris Índica y Rudelaris Skunk, de las que autoflorecen aproximadamente el 50%.
No obstante, la primera variedad autofloreciente similar a las que cultivamos hoy en día fue Lowryder, descendiente de Mexican Rudy, un supuesto cruce de una variedad mexicana con C. ruderalis de la que no se conoce el breeder. La lanzó al mercado el banco The Joint Doctor a principios de la década pasada, y digo que era similar a las autos que encontramos hoy en día en el mercado porque éstas han evolucionado bastante desde entonces. Las primeras plantas de este tipo tenían un porte muy bajo, de unos 40 centímetros como máximo, y un olor y sabor común. Sin embargo, actualmente disponemos de un amplísimo abanico de variedades autoflorecientes de diversos sabores, tamaños, capacidades productivas, efectos, tiempos de floración y hasta colores. La popularidad de este tipo de plantas ha hecho que los bancos las incluyan en sus catálogos ocupando una buena parte de ellos.
Sin duda, la principal ventaja que ofrecen en exterior es su tiempo de floración, que permite cosechar en muy pocos meses desde la siembra, con independencia de cuándo se haya llevado a cabo ésta.
El cultivo de autoflorecientes
A la hora de cultivar este tipo de plantas debemos tener en cuenta que cualquier contratiempo que puedan sufrir mientras están creciendo afectará considerablemente a su desarrollo, mermando de forma irremediable su capacidad productiva.
Si cultivamos en maceta, procuraremos escoger una que tenga un tamaño adecuado. Para interior es recomendable que sea de entre siete y once litros, aunque es mejor la segunda opción. Para exterior debería ser al menos de unos once litros, aunque es mejor que sea de entre veinte y treinta, o incluso más si es una variedad que crece bastante. Un contenedor demasiado pequeño podría limitar el crecimiento de las raíces y, dado que el trasplante no es una buena opción para las autos, es mejor que tengan espacio para desarrollarlas.
Además, tanto si tenemos pensado cultivar en maceta como en tierra madre, es especialmente importante cultivarlas en un medio muy aireado y esponjoso. El sistema radicular de este tipo de variedades es bastante delicado y cualquier factor que limite su desarrollo se traducirá en una pérdida evidente de producción. La turba rubia y el coco o la mezcla de ambos son sustratos ideales para su cultivo en maceta, aunque también podemos añadirlos a nuestro suelo a la hora de labrar si es demasiado compacto por tal de airearlo un poco. Finalmente, en el caso de cultivar en maceta, colocaremos arlita o algún material que actúe como drenaje en el fondo de la misma para evitar que el sustrato pueda quedar saturado de agua.
Otro punto importante a tener en cuenta es que, como comentaba en párrafos anteriores, los trasplantes no son buenos para las variedades autoflorecientes. No es que no se puedan hacer o que sean imposibles de llevar a cabo, pero normalmente su efecto es más contraproducente que beneficioso. En primer lugar, en el cultivo de cannabis, lo más habitual es que cuando una planta que está en crecimiento ha ocupado todo el volumen de sustrato y se realiza un trasplante, el sistema radicular se desarrolla favorablemente en el nuevo contenedor. En el caso de las autos no ocurre así. Cuando las raíces de una autofloreciente ya han ocupado una buena parte del volumen del contenedor y realizamos un trasplante, el desarrollo del sistema radicular es poco notable. Además, cuando trasplantamos una planta, se necesita un periodo de aclimatación al nuevo medio que, en el caso de este tipo de variedades, supone un tiempo perdido en su desarrollo y una pérdida en la producción final.
A nivel práctico, lo más aconsejable es plantar directamente en la maceta en la que se desarrollará todo el ciclo vital. Si cultivamos en exterior deberemos poner algún tipo de protección o barrera física que no impida el paso de la luz, pero sí de aves, babosas y otros animales. Otra opción es germinar en interior y mover la maceta al exterior cuando la planta tenga ya un cierto tamaño, o bien, realizar un trasplante a la maceta definitiva cuando haya salido la plántula. Sin embargo, tendría que hacerse a la mayor prontitud, para evitar que el sistema radicular se estanque.
Un factor que sin duda es clave para obtener una buena producción es la luz. Cuanto más reciban, mayor capacidad productiva tendrán. Las autos requieren bastante intensidad lumínica y prefieren los días largos, por lo que la primavera y el verano son las mejores épocas para su cultivo en exterior. En verano, al estar el sol más alto, la irradiación solar que recibimos es mayor, y por tanto también lo es la intensidad luminosa, es decir, el sol brilla con más fuerza e ilumina más, así que las plantas autoflorecientes producen más. Además, el número de horas de luz solar también es mayor que en invierno, lo cual favorece su desarrollo. Este factor es importante sobre todo en la zona norte de la península, donde el sol brilla con menor intensidad y, durante los meses de invierno, aunque haga buen tiempo, las plantas arrojarán una menor producción.
En referencia a la luz, para su cultivo en interior hay que tener en cuenta lo mismo que en exterior: requieren bastante luz durante bastantes horas para expresar su máximo potencial. Por esta razón es favorable ajustarles el fotoperiodo a dieciocho o veinte horas de luz. Muchos cultivadores las cultivan junto a plantas madre para ahorrar en espacio y consumo energético, dado que éstas suelen mantener el mismo fotoperiodo.
En cuanto a los nutrientes, es recomendable preparar el sustrato con abono en polvo como humus de lombriz o guano de murciélago para que no sufran ninguna carencia, ya que si el desarrollo se detiene por cualquier causa, supondrá una pérdida de tiempo y producción. También sería recomendable la aplicación de algún abono líquido, aplicado con cuidado de no causar ningún tipo de exceso, sobre todo en crecimiento.
En lo referente al agua, ocurre lo mismo que con los nutrientes: cualquier tipo de estrés en este sentido se traducirá en una pérdida en la producción. Dado que las autos requieren un sustrato bastante aireado, lo más normal es que en exterior éste se seque bastante en verano, por lo que hay que estar atento para no fallar en la frecuencia de riego. Añadir perlita, vermiculita o ambas al sustrato al prepararlo aumentará su capacidad de retención de agua.
Como con el resto de variedades, también debemos prestar atención a las plagas, no obstante, si controlamos el resto de parámetros anteriormente mencionados, las plantas deberían ser bastante resistentes a ellas. Aun así, hay que considerar que, al desarrollarse en exterior en un corto espacio de tiempo, podemos soslayar en cierta medida las más habituales de determinadas épocas, como por ejemplo las orugas. Éstas son más comunes en los meses de otoño, por lo que si sembramos autos en primavera tendremos menos posibilidades de tener que hacerles frente, ya que cosecharíamos antes de este periodo.
Por último, en relación al tamaño que pueden alcanzar las autoflorecientes, dado que este suele ser variable, hay que tener en cuenta que aquellas que tardan más en florecer o que tienen ascendencia sativa, suelen alcanzar mayor tamaño, pudiendo llegar a superar el metro de altura o hasta el metro y medio en el caso de las autos gigantes, si se plantan en tierra madre.
En resumen, para sacar el máximo partido en tus cultivos de variedades autoflorecientes es vital que el sistema radicular tenga unas condiciones de desarrollo óptimas. Para ello utilizaremos un contenedor con el tamaño adecuado y un sustrato muy aireado y esponjoso, al que podemos añadir perlita o vermiculita para aumentar la capacidad de retención de agua. También deberemos controlar la alimentación y la frecuencia de riego para que no sufran ningún tipo de estrés. Asimismo, deberemos evitar los trasplantes en la medida de lo posible y, si cultivamos en exterior, hay que tener en cuenta que los meses de primavera y los primeros del verano son aquellos en que la luz solar es más favorable para ellas.
Muchas de estas consideraciones son las mismas que para cultivar variedades fotodependientes, pero en el caso de las autos se vuelven especialmente importantes, ya que una vez sufren algún tipo de daño difícilmente lo podremos reparar y éste afectará al resultado final.
Espero que este artículo pueda serte útil para obtener el mejor resultado en tus cultivos de autoflorecientes y que hayas disfrutado de su lectura. ¡Muy buenos humos y hasta el próximo número de Cannabis Magazine!
REFERENCIAS
- Hilling, K. (2003). Genetic evidence for speciation in Cannabis (Cannabaceae). Genetic Resources and Crop Evolution, 52, pp.161-180.
- DMT. (2003). The return of Ruderalis. Cannabis Culture, 43.
- DMT, ibid.