En la enfermedad de Parkinson y otras enfermedades, el efecto de los cannabinoides, presentes en la marihuana, podrían jugar un papel crucial en sus síntomas y la evolución de la patología.
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Frente a la cámara, de una manera completamente natural, Ian Frizell muestra los síntomas de la enfermedad de Parkinson que sufre. Sin embargo, su intención es otra: demostrar lo que es capaz de hacer una pequeña dosis de marihuana en su cuerpo atacado por la enfermedad. Aunque casi todo el mundo conoce la marihuana por sus uso lúdico (e ilegal normalmente), existen personas que van más allá, buscando entre sus efectos la manera de curar diversas y terribles enfermedades. A día de hoy existe un gran desconocimiento por parte de la sociedad. Pero el uso terapéutico y controlado de ciertas sustancias cannabinoides procedentes del laboratorio, de la planta de marihuana o de nuestro propio cuerpo, puede tener espectaculares resultados en casos de Párkinson, coreas y ataxias. Estas enfermedades neuromotoras y muchas veces degenerativas son un frente abierto en la guerra médica. Y cualquier ayuda siempre es poca. Esto es lo que ocurre cuando convertimos una droga en un medicamento.
¿Qué es una sustancia cannabinoide?
Los cannabinoides son compuestos orgánicos con una serie de características químicas concretas. Estas sustancias pertenecen a los terpenofenoles y en nuestro cuerpo activan los conocidos como «receptores cannabinoides». Los cannabinoides se pueden encontrar en la planta del cannabis, de donde proviene el nombre. Pero también son producidos por nuestro organismo y el de otros animales. A estas sustancias, de similar naturaleza, se les conoce como endocannabinoides. Para nosotros, los endocannbinoides forman parte de un sistema regulador de mensajería entre las células de nuestro cuerpo. El conjunto que forman los endocannabinoides y las enzimas que los sintetizan y degradan, así como los receptores cannabinoides forman el llamado sistema endocannabinoide. Este sistema es importantísimo para entender las consecuencias de los cannabinoides, pues es el responsable de que se den los diversos efectos en su presencia.
Además de las sustancias cannabinoides procedentes de las plantas como Cannabis sativa (también llamados fitocannabinoides) y los cannabinoides producidos por nuestro cuerpo (o endocannabinoides), existen otros artificiales. Efectivamente, los cannabinoides pueden sintetizarse, producirse, en el laboratorio mediante reacciones químicas. El producto es una sustancia pura y muy potente que puede emplearse o bien para investigación o bien para producir medicamentos. Estos últimos están a la vanguardia de la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas. En especial, las que afectan al sistema neuromotor, que se encarga de nuestro movimiento. Pero no son las únicas. Vamos a conocer a algunos miembros de la avanzadilla que lidera esta batalla.
Combatiendo contra la enfermedad
El grupo de investigación en cannabinoides de la Universidad Complutense de Madrid trabaja de cerca con muchas de las enfermedades más terribles que conocemos. Hipertextual ha contactado con José Javier Fernández Ruiz, su director, para conocer de primera mano su labor. «Nuestro grupo se ha centrado en las propiedades de los cannabinoides como neuroprotectores y lo aplicamos a enfermedades neurodegenerativas», nos cuenta José Javier al preguntarle por sus investigaciones, «trabajamos en el desarrollo de fármacos modificadores de estas enfermedades, que retrasen o detengan su progresión«. Su trabajo sirve pare entender y combatir mejor problemas como la corea en la enfermedad de Huntington, la bradiquinesia en la de Parkinson, la descoordinación motora en las ataxias espinocerebelosas, o la debilidad muscular en la esclerosis lateral amiotrófica, entre otros. «Nuestro principal objetivo es reducir esos efectos a través del valor neuroprotector de los cannabinoides de manera que estas enfermedades evolucionen más lentamente o, incluso, se detenga esa evolución». Pero, ¿de qué manera nos ayudan los cannabinoides con estas enfermedades?
Como decíamos antes, nuestro cuerpo tiene un sistema endocannabinoide que controla la comunicación entre células. Algunos de los síntomas producidos en enfermedades de origen neuronal se deben a que las señales que emiten nuestras neuronas, grosso modo, no se transmiten de forma correcta. «El sistema endocannabinoide se encuentra principalmente en el cerebro, pero también en tejidos y órganos periféricos». Los endocannabinoides se encargan de regular la respuesta a nivel neurobiológico: secreción de hormonas, movimiento y respuestas fisiológicas varias. Entre dichas respuestas se encontramos un control sobre el sistema digestivo, la relajación del sistema motor a nivel nervioso o la inhibición del dolor. Cuando la producción de endocannabinoides no es suficiente o la señal que transmiten es demasiado débil es cuando entran en juego los cannabinoides sintéticos, los fármacos (o los fitocannabinoides, procedentes de la marihuana). Estos producen una respuesta más intensa tanto por su concentración como por su naturaleza química que los hace más difíciles de degradar por nuestro cuerpo. De esta manera podemos controlar la respuesta fisiológica (como una corea descontrolada o el dolor).
De tabú a medicina
Ian Frizell, el protagonista del vídeo, fue operado mediante neurocirugía para incluir un nuevo sistema de control de la enfermedad. Sin embargo, tal y como cuenta en el vídeo, sus síntomas no remiten como cabría esperar. Muy al contrario, Ian sigue sufriendo la evolución de su enfermedad. Sin embargo, una reciente propuesta en Reino Unido ponía de manifiesto la necesidad de legalizar los opiáceos y fármacos contra enfermedades como la de Huntington y Parkinson. El vídeo, es solo una manifestación más en una sociedad que no termina de comprender la valía de los cannabinoides y sigue viéndolos como una droga. Pero los cannabinoides van mucho más allá de la marihuana. «Hoy tenemos muchos más tipos de cannabinoides de origen sintético, obtenidos en el laboratorio, a los que sumaríamos los endocannabinoides presentes en los tejidos animales, que los casi 100 cannabinoides presentes en la planta», afirma Fernández Ruiz.
A mi juicio es la falta de conocimiento y de interés por parte de los médicos, que desconocen, desgraciadamente, bastante del tema lo que lleva a que el número de ensayos clínicos, necesarios para validar los medicamentos en desarrollo, sea pequeño. A ello también contribuye que las compañías farmacéuticas tampoco han sido demasiado proclives a patrocinar estos ensayos, principalmente por razones económicas. El tema avanza porque los investigadores básicos aportamos mucha información de los efectos de los cannabinoides en modelos que llamamos preclínicos, es decir con células, modelos animales, etc, pero nosotros no podemos hacer los ensayos clínicos, necesitamos de los médicos y de las compañías, y ese es el punto débil en este momento.
Actualmente existen cuatro medicamentos aprobados , tres de ellos en España, basados en cannabinoides. Una pregunta inevitable es si estos fármacos son seguros. «Como cualquier medicamento que se desarrolle, es de esperar que haya efectos adversos o secundarios, los más probables de tipo psicoativo si el medicamento incluye THC«, nos explica el catedrático, «pero en general los cannabinoides, incluidos los fitocannabinoides, cuando se han utilizado o investigado para tratar patologías han resultado ser bastante seguros». De los medicamentos aprobados (Marinol, Cesamet, Sativex y Epidiolex) ninguno presenta efectos secundarios que sean preocupantes. «En cualquier caso, el seguimiento de los fármacos es algo establecido y cuando aparecen reacciones adversas, se puede discontinuar su utilización clínica como pasa con cualquier medicamento aprobado», sentencia Fernández Ruiz.
Pero, a pesar de ello, en la sociedad sigue imponiéndose el tabú. ¿Es este el principal problema del uso de cannabinoides como fármacos? «A mi juicio es la falta de conocimiento y de interés por parte de los médicos, que desconocen, desgraciadamente, bastante del tema. Esto lleva a que el número de ensayos clínicos, necesarios para validar los medicamentos en desarrollo, sea pequeño«, explica José Javier. «A ello también contribuye que las compañías farmacéuticas tampoco han sido demasiado proclives a patrocinar estos ensayos, principalmente por razones económicas». Aún así, los investigadores como José Javier y su equipo siguen al pie del cañón. Gracias a ellos, a pesar de las trabas, lo que sabemos sobre los cannabinoides sigue avanzando.
«Aportamos mucha información de los efectos de los cannabinoides en modelos que llamamos preclínicos, es decir con células, modelos animales, etc, pero nosotros no podemos hacer los ensayos clínicos, necesitamos de los médicos y de las compañías, y ese es el punto débil en este momento». Existen muchas enfermedades como el dolor crónico, neuropático o inflamatorio, los trastornos alimenticios, algunos tipos de cáncer, y enfermedades neurodegenerativas que podrían verse enormemente aliviadas con el uso de este tipo de fármacos. Hace falta más información con la que continuar mejorando la calidad de vida y la salud de los afectados. Porque en el resultado de la batalla contra estas y otras patologías, la información juega un papel crucial.