Plataformas como Energy Control, Ai Laket! o Cruz Roja Juventud trabajan para informar a la población sobre estas sustancias «de forma objetiva» para «alcanzar una prevención y una reducción de daños verdaderamente efectiva».
En abril de este año tuvo lugar una cumbre de Naciones Unidas (ONU) sobre el futuro de la política de drogas a nivel mundial, la primera sobre el tema en dos décadas. Una cumbre que se presentaba con la mejor de las intenciones y que en palabras de Ban Ki-moon, secretario general de la organización, se aspiraba a un “debate amplio que considere todas las opciones”.
Finalmente, muchas voces tacharon esta reunión de “oportunidad perdida para repensar la fracasada guerra contra las drogas”, e incluso de forma previa a la misma se vaticinó que no daría los resultados esperados, tal y como expusieron más de 200 organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo.
Días antes del acto, este conglomerado de organizaciones emitieron una declaración para denunciar la falta de perspectiva por parte de los gobiernos sobre “las devastadoras consecuencias de las políticas punitivas de drogas”. Argumentan que, “frente a su persecución, en las últimas décadas el mercado de estupefacientes es más dinámico que hace unas décadas y estas sustancias está más disponibles que nunca”. Destacan además que es de una “abrumadora evidencia las devastadoras consecuencias de estas políticas” y “la violenta persecución que se hace a determinados colectivos por estas prácticas por parte de algunos Estados y los millones de fondos públicos destinados a su estéril erradicación”.
La educación y la información frente al prohibicionismo
En España también se aprecia una mayor visibilidad de determinados sectores que abogan por una despenalización de las drogas y la necesidad de tener otro tipo de estrategias para abordar esta problemática.
Claudio Vidal, delegado de Energy Control (plataforma de reducción de riesgos del consumo de drogas), expone que “las políticas de drogas no están logrando los objetivos para las que fueron planteadas”. Máxime cuando “han creado muchos problemas a provocar altos niveles de inseguridad en ciertas zonas del mundo, Estados fallidos y el cometer atrocidades en nombre de la guerra contra las drogas como está ocurriendo en Filipinas”, remacha. Y añade que “se debe abrir un nuevo debate cuya única premisa sea el proteger a las personas”.
“Si se sabe que los jóvenes van a tener que enfrontarse con las drogas, es mejor darles herramientas más allá del áspero no”, manifiesta Martínez Oró
El portavoz de la Asociación Ai Laket! de Euskadi para la reducción de riesgos, Unai Pérez, también sostiene que “las políticas prohicionistas no han conseguidos sus objetivos, por lo que es preciso valorar otras estrategias”. Estima que su asociación tiene entre sus objetivos lograr la legalización, pero “desde un debate objetivo que valore todas las perspectivas y las experiencias aperturistas que se están dando en algunos países”. Su apuesta principal es la la educación como eje básico para enfrentarse a esta problemática ya que “de una manera u otra las drogas van a estar presentes en nuestro entorno”.
Este tipo de plataformas como Energy Control o Ai Laket! se caracterizan por manifestarse independientes frente a organismos estatales por y su apuesta por la “información veraz sobre drogas para alcanzar una prevención y una reducción de daños cuando se dé el consumo verdaderamente efectiva”.
La reducción de riesgos basada en la información también está contemplada por el Gobierno y la incluye desde hace años en su Estrategia Nacional sobre Drogas. Sin embargo, el doctor en psicología social, David Pere Martínez Oró, enuncia que la prevención prohibicionista (basada en el miedo) ha ofrecido una «información descontextualizada acerca de los efectos negativos de las drogas», y denuncia que desde esta estrategia educativa “no se aprecia ninguna ruptura con el discurso prohibicionista penal”.
Martinez Oró precisa que la “prevención prohibicionista que realizan ciertos agentes preventivos” da un mensaje centrado “en inocular miedo con un mensaje unívoco: no se debe consumir”. Y sentencia que “si se sabe que los jóvenes van a tener que enfrontarse con las drogas, es mejor darles herramientas más allá del áspero no”.
Otras voces son escepticas acerca de la verdadera utilidad de la información y la educación para prevenir y reducir los peligros derivados del consumo de drogas. Gregor Burkhart, responsable del área de prevención del Observatorio Europeo de las Drogas, afirma que la prevención a través de la información “es una gran falacia”. “Es una mentira basada en la creencia de que los seres humanos toman sus decisiones sobre el consumo basados en la educación y decisiones racionales”, precisa. Para Burkhart esta idea carece de base sólida “ya que no todos tenemos una gran capacidad cognitiva” y es que “
Plataformas de reducción de riesgos y el análisis de sustancias ‘in situ’
Energy Control y Ai Laket! operan directamente en zonas de ocio nocturno y festivales de música. Ofrecen impresos con información específica sobre el uso de determinadas sustancias, sus efectos y sus contraindicaciones. Pero además, en muchas ocasiones estos puestos dan la posibilidad de que los usuarios de drogas analicen sus propias sustancias o que realicen pruebas de alcoholemia para evitar posibles peligros al volante.
Alerta emitida por Energy Control acerca de una remesa adulterada con una sustancia especialmente tóxica.- E.C.
La plataforma Cruz Roja Juventud también ofrece este tipo de servicios y valoran que los análisis en las mismas zonas de ocio “están demostrando ser una de las estrategias más efectivas para reducir riesgos”. Enuncian que de esta forma se es capaz de determinar la verdadera composición de una sustancia y su grado de pureza y que, de otra forma, “el usuario sería incapaz de conocer con precisión”. “Nuestra misión es dar una información objetiva y veraz sin meternos en cuestiones éticas ni morales”, agregan.
Sobre la vía del análisis in situ, Claudio Vidal explica que hay que tener en cuenta que una parte de la población “quiere tomar drogas y las tomará, independientemente de las campañas de propaganda antidroga que realizan las autoridades”. Desde este contexto, Vidal sostiene que las drogas están en manos de un mercado ilegal y que una de sus artimañas básicas para maximizar beneficios es la adulteración. “Es un mercado ilegal, no regulado, y estas adulteraciones pueden entrañar riesgos añadidos”, remarca.
Estas organizaciones coinciden en que ofrecer la posibilidad al usuario de saber qué sustancia tiene entre manos en realidad “es un recurso muy atractivo y que ellos mismos agradecen”. Pero también, brinda la oportunidad de realizar un monitoreo de qué sustancias se consumen y poder detectar remesas que presenten adulteraciones que entrañen peligro para la población más allá del que puedan presentar de por sí el uso de estas sustancias. Y así, poder poner en sobre aviso a las autoridades para que esta alerta llegue a la ciudadanía.